Boom


Estampida de emociones. El latido del corazón. Los tambores y el fuego. Billete directo de la tierra al alma. 

Boom, boom. Boom. Golpe. Golpe en el pecho. Pecho que arde, arde de pasión. Arde de alegría, de excitación, de furia y fuerza. Pero arde. Boom

Fui feliz el día que una amiga, una gran amiga en lo desconocido, me presentó los tambores. Fui muy feliz. Feliz de saber que lo que hace nuestro corazón, cada día, para vivir... es música. Llorar es música, reír es música, enamorarse es la mayor de las músicas. 

Volver a sentir tu pecho latir. Por las alegrías diarias. Recordar, de golpe (boom) un sentimiento hibernado. 

El fuego deshace el hielo, y boom. Boom, boom. Golpe. Te golpea con furia, te despierta. 

Cuando tengas ese fuego en el pecho, no lo dejes marchar, no lo hagas. No caigas en la penumbra. 

Escucha atentamente, muy atentamente. Oirás los tambores. Te devolverán a la luz. 

Agárrate a aquello que te hace crear música, si no, estaremos perdidos.

Boom. 

Ana 'Uala'

Sonrisas pasadas por agua


Me he tomado la libertad de utilizar una foto de Acción Poética, que está repartido por varios lugares del mundo -sobre todo en latinoamérica- y empezó hace ya tiempo en México. Tengo la esperanza que podré ir personalmente a sacarle fotos a los diferentes murales, pero mientras tanto...

Sin poesía no hay mundo.

Un lema precioso. Pintar felicidad en las paredes. 

Toda la vida he pensado que uno no puede estar triste, porque en este mundo hay demasiadas razones para ser feliz. Quiero decir. Estamos vivos y aquí, para aprender, para crecer y para dar todo lo que podamos. Hay gente buena, gente increíble, genios. Y luego están los genios del arte: magos de las palabras, de las imágenes, magos capaz de crear con ruidos música. 

A lo que quiero llegar.. ¿Vale la pena, verdad? Todo. 

El sol por la mañana, reír con los amigos. Esa sensación de plenitud en el pecho. Los abrazos, las caricias, los besos. La lluvia y el viento en la cara. El mar, el inmenso mar, y toda la melancolía depositada en él -en ella. Tu insignificancia ante las montañas, los lagos, las estrellas y la luna. Un paseo por la playa, conocer gente nueva, ver buenas acciones. Cualquier cosa que te haga dibujar una sonrisa en tu cara. 

Hay cientos, miles de cosas así. ¿Por qué estar triste?

Bien. Quizás, quizás... estar triste también sea razón de sonrisas más tarde. ¿No creéis?

Conozco a una persona, una persona muy sabia, que me vendió las lágrimas como una gran terapia para ser feliz. 

Si no estás triste nunca, ¿cómo sabes que eres feliz?

Ana 'Uala'

Instantes


Locura. Término abusado casi tanto como el amor. Estar loco está sobrevaloradísimo. Todos estamos locos. No sólo estamos locos, si no que estamos orgullosos de estarlo. Mírala, está loca, se ha puesto a hablar con un desconocido. Ese chico está loquísimo porque lo ha dejado todo y se ha ido a cuidar a niños a un pueblo abandonado de Camboya. Esos están locos porque han decidido no tener hijos. 

Podríamos degenerar la locura a puntos bastante más tristes, a cualquier situación que normalmente va acompañada por un rara, especial, única. Persona con carácter. Estúpida. Tópicamente típica. Depende del grado de simpatía que le tengas a ese que hace llamar loco. En fin. 

La gente tiene tendencia a acusar a la gente de locura con una facilidad que, a veces, tengo que admitir que me hace gracia... un poco de la mala. Es decir, que no me hace nada de gracia. Admito que yo también abuso a veces de la palabra; diré en mi defensa que es por una especia de inercia, locura como sinónimo de: "no entiendo por qué lo debe haber hecho", "ojalá me atreviera yo también". 

En cualquier caso, no creo que ni la mitad de nosotros hayamos sentido la locura de verdad. LOCURA. Locura, locura, locura. Locura que te hace perseguir los sueños, dejarlo todo, te ilumina y te hace brillar. Instantes locos de lucidez, en las que te das cuenta de quién eres, qué quieres y hacia dónde vas. O mejor aun, hacia dónde quieres ir. 

Es tan gratificante cuando te encuentras a una loca. O a un loco. Son fáciles de reconocer: nunca admitirán que lo están -no les hace falta. Lo notarás en el brillo de sus ojos. Es diferente, más brillante. 

La locura de la cordura.

Nos creemos locos por los motivos equivocados. La autentica locura, es que no queramos ser unos locos completos. Full time. Locura 24 horas al día. Estar siempre locos. Siempre lucidos. 

Conozco a una chica... que está ahí. A punto. A punto de enloquecer del todo. 

Y jamás habrá estado tan cuerda. 

Ana 'Uala'

Azul intenso


Abril. El mes del mil. Mil lluvias, y mil flores. Ahora sí, el clima mediterráneo, algo caprichoso, se mantiene a la altura de su reputación. Se asoma el sol, el cambio de armario es inevitable... igual que los estornudos de aquellos que sufren el acoso del polen. Siempre me ha hecho gracia que el invierno y la primavera se reconozcan por la misma cara con nariz roja, sólo que con diferente indumentaria. 

Hasta hace poco, el cambio de armario me parecía algo absurdo. Lo único que tenía que quitar de los cajones eran los jerséis gruesos, y ya está. A medida que usaba y lavaba la ropa, las mangas largas, las bufandas y las medias iban quedando debajo, pero siempre ahí, ocupando lugar. 

No le daba más importancia... Al fin y al cabo, es ropa. Quiero decir, no tengo tanta como para que me agobie tener un par de camisetas de más en la búsqueda matutina de qué ponerse. 

Hasta que me di cuenta, que se puede usar el cambio de armario como metáfora. O no tan metáfora. Cambio de armario, cambio de chip. Pasas del invierno al solcito y buen tiempo, a salidas al aire libre, a paseos sin chaqueta... Sí, quizás es más fácil en lugares donde el tiempo está de tu parte... Pero bien, tarde o  temprano, la primavera llega a todos lados. 

Decía, pues, que cada vez me parece más y más importante el cambio de armario. Septiembre, año nuevo, cumpleaños, ese lunes que se nos resiste... Puntos de inflexión, puntos en los que nos reinventamos. Bien, añadimos otro día en la lista. Días de reflexión, de deshacerte de aquello que ya no te sirve, de limpiar, de airear tu alrededor. 

Devolver el color a tu vida. 

Ana 'Uala'

Alternativas


Eres especial y única, no cambies nunca. Todos somos esa persona que tiene eso que le hace diferente. Es bastante triste, la verdad. La frase aquella de querer ser diferente como los demás. 

Bien, nunca se me ha dado bien el cinismo y esas cosas,  así que diré que sí, que quizás no hemos inventado el mundo. Y sí, también es cierto que para muchos, somos especiales y únicos. Tú, ahora mismo, le eres imprescindible a alguien en la vida. Bueno, no digamos imprescindible, porque eso es mucha presión (y Yoda no estaría muy de acuerdo en la necesidad de tener a alguien a tu lado para ser feliz), pero sí que haces que el mundo sea un lugar mejor. Eso es, sin duda alguna, una buena razón para estar vivos. 

¿Sabes cuándo comienzas a ser especial, cuando empieza a brillar tu luz? Cuando dejas de intentarlo. Cuando simplemente, vives, plena, feliz. Entera. Entonces es cuando las personas comienzan a verte, cuando dejas de mostrar. 

Es más difícil de lo que parece. Hay muchos factores que impiden que se cierre tu círculo. Muchísimos. Pero se trata de ir encontrando el equilibrio. Se trata de ir tirando abajo barreras, prejuicios, estereotipos, y un montón de enseñanzas que lo único que te aportan es miedo. Miedo. Tan terrible. Ese ancla en tus pies. 

Para poder ser, tienes que ir de dentro hacia fuera, no al revés. Todo sale de dentro de ti... Eso, o puedes buscarlo en el número PI (algún día os hablaré de mi fascinación por este número). 

Así que, para resumir, os comento -y me recuerdo-, tú. Tú, eres capaz. Que lo quieras salga de ti, y no de lo que otras deciden. 

Ana 'Uala'

Vive soñando

¿Nunca habéis sentido la angustia del desierto? Mirar a tu alrededor, y ver que te has quedado sola. Absolutamente sola. No, no me refiero a esa soledad, a aquella que todo el mundo teme: quedarse sin amigos, sin pareja, sin familia. No, no me refiero a eso. Me refiero al pánico de sentir como todo el mundo va encontrando su camino, como todo el mundo avanza... mientras, lentamente, tú te quedas delante de un camino desierto, sin saber hacia dónde ir, por dónde girar, qué dirección tomar. Quedas atrapada en una bifurcación que te miente y engaña, ya que te elijas lo que elijas, te devuelve siempre a la misma disyuntiva. 

Como el tiempo se para, pero solamente para ti. Ves que todo el mundo va en Mustang por carreteras interminables de Texas, mientras que tú te has quedado sin motor, sin agua y sin fuerzas en un caluroso mediodía de agosto. 

¿De dónde saca las fuerzas el ser humano para encontrarse después de perderse?

Imagino, sospecho, quisiera pensar... De ver salir el sol, al menos, una vez más. 



Morriña


"Three little birds... singin' don't worry 'bout a thing..." 

Días que se acomodan entre las horas remolonas de después de la siesta. Tardes largas de minutos perdidos entre ensoñaciones y la ñoña de estar despierto en las nubes. Te envuelves en la manta aunque ya no haga frío -la primavera ya te ha descongelado los pies- y te pierdes. Te pierdes, una y otra vez, en una mezcla de palabras, fotogramas y recuerdos distorsionados. Sueñas que las palabras dirigen una película que fue tu vida. No sabes quien es el autor, quien la autora ni quien eres tú. Pero te cala la nostalgia de los buenos momentos vividos. 

Y estas tardes de pereza existente, en las que tu mundo se reduce a tu taza de cualquier brebaje caliente -sí, siempre caliente-, te entra la morriña. Pero no añoras un pedazo de tierra, no. No añoras una única patria. Añoras banderas que no son las tuyas. Añoras familias improvisadas sobre polvo de paisajes desconocidos. Añoras autobuses transformados en hogar y desconocidos convertidos en amigos por horas. Tienes morriña de la vida que estás viviendo, pero que esa tarde de sosiego has puesto en pausa.

Es fascinante la perfecta combinación de alegría y tristeza provocada por la melancolía. Y aunque nos encante regodearnos en ella, y a veces, la partida la gane la tristeza... El secreto nos lo cuentan tres pajaritos: No te preocupes. Es necesario recordar para seguir adelante. Tienes que sentir desde lo más profundo, para saber que todo eso, todos esos recuerdos... eres tú. Separaciones, cambios, distancia... todo aprieta cuando recoges tu vida en un puño.

Recuerde el alma dormida, 
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida, 
cómo se viene la muerte
tan callando, 
cuán presto se va el placer, 
cómo, después de acordado, 
da dolor; 
cómo, a nuestro parecer, 
cualquier tiempo pasado fue mejor.

Y a pesar de mi fascinación por estos versos, no tenemos que creerlos por completo, ya que la tristeza es preciosa en la poesía, pero es mejor dejarla en los textos, y seguir con la alegría de estar vivos. Así que dedica tus tardes a recordar con añoranza, y luego levántate y sigue creando los suficientes recuerdos para poder volver a sentir esta morriña.

Si puedes perderte, un rato, en la felicidad de tu memoria... lo estás haciendo bien.

Ana 'Uala'



No deixis de caminar


Lengua castellana siempre fue mi asignatura favorita en el colegio. Será que desde el primer día supe que era lo mío. Las palabras, su misterio, mi fascinación. No es algo asombroso, como cosiendo letras aleatorias conseguimos crear universos. Atrapamos en sílabas lo más profundo del alma. 

Hubo otro factor importante en mi preferencia particular por este idioma. La pasión se transmite, se siente, se palpa. Utiliza el aliento para contagiarse, como una enfermedad sin cura. Así me enseñaron a soñar con Bécquer, a amar con Machado y a llorar con Miguel Hernández. Hablaban mis profesores con un entusiasmo imposible de disimular, enseñándote los milagros de una lengua bien construida. 

Cuando entré en al universidad, por inercia después de doce años, esperaba encontrarme un gigante sabio que me siguiera descifrando los misterios del idioma. Por lo visto, ya nos habían enseñado todo lo que había por saber -o consideraron que ya era suficiente- y nadie me volvió a hablar con pasión de los versos que quedan por escribir. 

Pero estoy desvariando. Toda esta retahíla de palabras venía por el camino, dibujando uno, siguiendo otro. Pensaba, simplemente, en como nos gusta la metáfora del camino. El camino, no sólo en castellano, se ha transformado en sinónimo de la vida, de decisión, de destino. El camino es. Se hace camino al andar (¿puede acaso gustarme más este poema?). 

La cuestión, es que en una semana, todo aquello que me han enseñado los libros, mis maestros, Machado... Se lo ha llevado la lluvia. 

No importa el camino, la verdad. El camino es el mismo para todos. Todos tenemos un mismo final, un mismo inicio. 

Importa quién va cantando a tu lado, dándote la fuerza en el alma cuando te flaquean las piernas. 

Ana 'Uala'