Abrir la mente


El mundo... El mundo es un lugar maravilloso, lleno de gente buena, gente interesante, gente mágica. Incluso aquellos que pensamos que son malos, en realidad no son más que personas que han sido educadas para sentir así, querer así, matar así. 

Se me revuelve el estómago al recordar y al ver atrocidades que hace la gente. Ves como destruyen su entorno, su vida, su alma. Lo destruyen inconscientes, convencidos de estar haciendo aquello que deben. Lo correcto. Convencidos que no existe nada más allá de esa acción. Pegan, queman, matan. Deconstruyen siglos de humanidad. (A veces, simplemente confirman siglos de humanidad. Las cosas cambian a ritmo de caracol en vacaciones... Pero cambian).

Y aunque a arda en mi interior el deseo de simplemente borrar del mapa a estas personas... ¿Cómo no compadecerles, aunque sea un poco? ¿Cómo juzgar a unas personas que no tienen la suerte, el PRIVILEGIO de haber abierto su mente? ¿Cómo no querer ayudarles, o al menos, intentarlo? 

Cuando veas una persona así... Sé firme. Sé muy firme. Es difícil perdonar, es difícil entender. Pero inténtalo. Pídele sus zapatos y camina, camina, pasea, piérdete y entiende. Entiende lo que es tener tu mente cerrada, estar enjaulado en radicalidad, no saber la felicidad de la duda, de esa chispa que ilumina tu mente cuando te das cuenta de que algo puede ser diferente a como tú lo veías.

Son personas que no saben debatir, no saben conversar, no saben ver a las personas, y sólo ven estereotipos paseando por las ciudades, catalogándolos en dos columnas: aceptables o no. 

Y cuesta, y duele, y las lágrimas de rabia son imposibles de contener. Pero hay que hacerlo. No hay otra forma de enseñar que haciendo. 


Ana 'Uala'


Sueña cosas bonitas...



.. pero déjate lo mejor para el despertar.

Ayer olí la primavera en el aire. Sol en la cara, viento rizando mi pelo. 

Ayer vi algo mágico acontecer en una habitación sin tiempo. Vi el reloj detenerse en un momento de futuro. Vi un hilo invisible escribir una historia, bailando en medio de un círculo lleno de vida. Por un segundo, fugazmente, vi algo del destino. Y reí, reí mucho. 

Ayer volví a ver lo diferentes que somos las personas. Incluso aquellas que hemos nacido en situaciones parecidas. Incluso sintiendo igual, teniendo las mismas dudas, mismas pasiones, misma risa. Misma felicidad. Lo único que se mantiene igual es el brillo en los ojos. Brillo intenso, reflejando las sonrisas que quedan por dibujarse. 

El día que pensé en este dibujo, en este título y en esta primera frase, pensaba en una chica en concreto. Pensaba en que el brillo de sus ojos verdes es de los más intensos que he visto. Pensaba en la furia de una tormenta atrapado en bondad, en responsabilidad, en el tiempo. Pensaba en la libertad y la pasión que desborda su alma. Pero todo llega, y yo os habré advertido. Y lo habré estado esperando. Esperando, ansiosa, ver esta tormenta caer sobre nosotros. Incontrolable, potente, eléctrica.

Hermosa. 

Y yo os habré advertido. A todos, menos a ella. 

Ana 'Uala'



Pienso, luego me rayo la cabeza.


Nunca le he tenido especialmente manía a enero, y sin embargo, es el segundo año consecutivo que agradezco decirle adiós. No sé qué tiene el lunes de los meses. Porque la verdad, el primer día de la semana me encanta.

Llevo días que pienso, pienso mucho. Lo cual me hace feliz, porque soy muy admiradora de la teoría de Descartes, del pensar y del existir. Aunque eso implica que me he visto inundada de mis propias teorías. Tantas que me han desbordado. Tantas, que raya lo absurdo. Tanto la cantidad como el contenido.  

Y pensando, pensando, pensaba yo en ciertas personas. Pensaba en ellos, y me bombeaban aire en los pulmones. Había olvidado lo bien que sienta una bocanada de aire fresco. Pensaba en como ese chico se lleva todas las miradas, mientras el otro saca discretamente algunas fotos. Y cómo es ese el que realmente se preocupa, el que siente, el que cuida. 

¿Sabéis qué pensaba también? Pensaba en que hay dos formas increíbles de ser inseguros. Mostrarnos demasiado... o demasiado poco. Y en lo mucho que me acerco a veces a la segunda. O a la primera. Eso no lo tengo muy claro. 

Pensaba también en un corazón pequeño brillando sobre una camisa blanca, y en la pequeña felicidad que eso produce al resto del mundo. 

Si no me equivoco, también pensaba en abrazos amplificados por la ausencia. Y en cómo el corazón está dividido, intentando encajar en un lugar que perdió hace años, en una cuna. Un lugar que perdió al nacer, precisamente por nacer. Lejos de casa. 

Y pensaba, por último (mentira, pensé muchas más cosas), pensaba en los dibujos olvidados de una vieja libreta. En un joven al que nunca conocí. Un joven que no es más que fotogramas en un vídeo, anécdotas de comidas familiares.

Esta semana -será por la luna, será por las estrellas- mi humor ha estado impecable.

Pero pensar siempre deja un sabor agridulce...

Ana 'Uala'