Bienvenida primavera


El paisaje empieza a pintarse de colores. Despunta el sol, jugando al escondite durante la semana. A veces ganas tú, a veces tardas días en encontrarlo. La gente sonríe más. Se descongelan lentamente las comisuras de los labios. Bromeas, cómplice del mundo. Algunos más que otros. 

Se me ha olvidado cómo escribir. Se me ha olvidado todo, menos conversar, pedalear, apuntar, menos dejar la mente en blanco. 

Se me ha olvidado hablar de las personas, porque estoy el día hablando con ellas. Cada día me cruzo con el porqué seguimos vivos. Me cruzo con la razón por la que el ser humano es algo maravilloso. 

Si pudiera, tomaría una birra con el chico del taller. Invitaría a un café al señor que hace broma, sudoroso, subiendo un monte en bici. Charlaría con él un rato, que me contara. Que me contara su vida entera entre sorbos de café. Me quedaría el día haciendo broma con la dependienta, para hacerle menos pesado su turno. 

¿Será una enfermedad cogerle cariño a alguien en dos minutos? ¿O será que me he acostumbrado? Hay veces que estando sola, la única conversación que he tenido es la que me ofrece el conductor del autobús nocturno. Quizás es tan fuerte la costumbre, que la he traído conmigo a casa. 

Alguna vez he pensado en qué pasaría si realmente ocurriera aquello que temen tus padres cuando te ven empaquetar la mochila. Qué pasaría si desapareciera por los motivos equivocados. Pensamientos que se tienen a veces, mire usted. ¿Quién sería la última persona con la que hablara? Aquella pareja a la que pedí indicaciones. El frutero. La recepcionista del hostel. Aquel compañero improvisado de viaje. 

¿Conocen la canción de Bésame mucho? Como si fuera esta noche la última vez... 

¿Acaso no son estas conversaciones las últimas que tienes con esas personas? Seguramente. Pues alégrate el día... y alégraselo a esa persona. 

Sonríe, de verdad. Aunque estés que no puedas más. Aunque tengas prisa. Aunque lleves hora y media esperando. 

Y desea un buen día. Es el primer paso para que tú también lo tengas. 

Amor sin límites


Amar. Amar sin complejos, sin inseguridades. Amar sin miedo a perder, porque el amor nunca es pérdida, es suma. Amor es complementar - no completar. 

Se ama por el arte de amar, no por el miedo a estar solos. Se ama por que es un sentimiento que te llena el alma, te da vida. Es un sentimiento de que implica dar, no depender. No se ama por elección, no... Pero sí con libertad. 

El amor darte seguridad, no miedo. Incertidumbre, quizás. Pero no miedo. El amor te da la seguridad de que tu corazón está sano, sabe latir, sabe sentir, sabe dar. Tu corazón tiene vida. Amor debería ser sentir pasión multiplicado por infinito, mezclado con ganas irrefrenables de abrazar, de besar. 

Si observas, si observas bien, verás que te rodena cientos de tipos de amores. Mira a tu alrededor. Habla. Fíjate en el brillo de los ojos. 

Conozco a una persona que se le nubló la vista el día que perdió a su amor, su único y verdadero amor. Se perdió el brillo de sus ojos, aunque su corazón no dejó de latir. Porque ella es entera, aunque le falte la mitad. Porque ella sabe sobrevivir. Porque ella ahora vive de lo que le queda, alimentado de recuerdo.

He visto a una chica vender su pasión por seguridad, cambiar su actitud. Ahora tiene tanto miedo a querer, que se cree sus propias mentiras. Se cree estar enamorada, cuando a mi, en la seguridad de la normalidad, me dijo como quien no quiere la cosa que no era feliz. No era feliz, pero bueno. Como nadie. Y ahoga sus penas con reuniones de amigos y alguna bebida ocasional. Llena su vida de superficialidad, para olvidar que su corazón late a un ritmo mucho menor. 

Hay un chico... un chico. Un chico que ama con la seguridad de su amor. Él no necesita que le amen de vuelta, no. Aunque le encante ser correspondido. Él ama porque sabe que es capaz, y por nada más. Ama porque no sabe cómo evitarlo... Aunque tampoco para qué querría hacerlo. 

Amar. Amar sin miedos. Amar con libertad. 

Ana 'Uala'