La importancia de un día



Hay momentos que se merecen banda sonora, y encontré la mía gracias a un casi amigo al que tuve que odiar, para volver a conocer de nuevo. Curioso, que fuera él quien me diera la canción que escucho cada vez que me olvido de por qué huí al norte. (¿Huí? Quizás. Mejor, me tomé un descanso.)

Lo echaba de menos. Echaba de menos conocer a gente loca. Loca de verdad, con esa locura de la que me habló una amiga en una carta. Locura de la libertad y del viento en la cara. Libertad que sabe a mar, incluso cuando estás en las montañas. Locura de ojos tranquilos, pero llenos de furia. Pasión, para ser más exactos. Esa locura que te hace pensar que los locos son los demás, por no tener esta mirada.

Echaba de menos las pequeñas casualidades, como es que salga el sol el día que más lo necesitas. Conocer a un loco (de los de verdad) el mismo día que sale el sol. Poder abrazar a una amiga en la parada del bus: ella porque llega tarde, tú porque llegas temprano.

Echaba de menos encontrar el amor en cada esquina, pero lentamente, empiezo a ver los corazones de nuevo. En todos lados, a todas horas. Echaba de menos el querer por querer, el sonreír por la alegría de estar viva y enamorada de esta vida. Porque por un momento, me olvidé, me olvidé que hay que querer, sin peros, y a pesar de todo. Que la solución siempre está en querer un poquito más. Per què mai s'estima massa. Nunca. Nunca se quiere demasiado.

Un día. Sólo hace falta un día. Que llegue, que pase. Como principio o como final. Un día lleno de conversaciones necesarias. Y un día de silencio. Silencio absoluto, sin saber qué pasa al otro lado del espejo.

Un día, un día lo cambia todo.

Ana 'Uala'


Año nuevo, misma vida



Supongo que voy tarde para los buenos deseos, y para todas esas promesas que se hacen con la ceguera del comienzo de un nuevo ciclo. Ya son muchas dietas comenzadas los lunes para saber que los cambios ocurren cuando menos te lo esperas, no mientras te ahogas entre una mezcla de uvas y abrazos. No vale hacer promesas con magia en el ambiente. 

Al fin y al cabo, no es más que una noche, Una noche cualquiera. Con algo más de pólvora en el aire. Pero, sinceramente, hay noches que me gustan más.

Tengo que admitir, por eso, que lo hice todo. Hice todo el ritual. Retrospectiva incluida. Y, obviamente, lista de deseos. También llevé rojo, e intenté comer las doce uvas. Esta vez, después de tantos años, incluso salí a celebrarlo. Me consuelo pensando que celebraba otras cosas, pero es una excusa poco sincera. Supongo que hay veces que te hace falta una tradición para cambiar tu energía.

Tradición, un barco, y gente con las pilas cargadas. Y funcionó. Juro que funcionó. Vi como el cielo se volvía azul sólo por el deseo de una persona. Y luego, gracias a ese cielo azul, lo vi verde. Todo muy verde. Y recordé que yo nací bajo la estrella de la buena suerte, pero que sólo se activa cuando me lo creo.

Quizás no fui dueña de la creación, pero durante seis días, renací. 'Sea la luz', y brilló el cielo, el alma, los ojos. Me fui lejos para no estar sola, tal vez huyendo un poco. Pero lo dicen, perderse para encontrarse, y encontré un mejor camino de vuelta a casa. Un camino más soleado. Improvisado.

Conseguí pedir ayuda a través de la distancia. A confiar en las personas, cuando te falta fe y suerte. Y luego, justo después, entendí que ser perfecto no depende de nadie más que de ti mismo. Si tú no haces tu vida especial, nadie lo hará. Reaprendí la importancia de los abrazos -¡qué falta me hicieron!

Mirando el cielo, la última noche, viendo cumplido uno de mis mayores deseos, entendí, otra vez, que si no eres feliz con lo que tienes, no lo serás con lo que te falta. Y estar concentrado en aquello que no es, te hacer perder todo lo increíble que está pasando.

En seis días, aprendí seis lecciones que me sacudieron el alma. Por eso, el séptimo día, descansé. Descansé muchas horas, volviendo al calor del hogar. Bendita sea mi cama.

Supongo, que a veces, está bien tener una excusa para cerrar ciclos. Saber decir adiós... Y abrazar lo que venga de nuevo.

Ana 'Uala'