Almas partidas


Dejé la mitad de mi alma ahí contigo. Dejé mis sueños, mi libertad, todo mi valor. Se quedó entre los granos de arena que componen las melodías del desierto. Vi la pasión, la sentí. Me hizo arder. Y al renacer de las cenizas, una pequeña llama. Pequeña, pero eterna. No se podía apagar. Nunca más. Y la protegí con mis manos, cobarde, sin saber qué hacer. Cómo continuar, hacia donde seguir. Ahora que tenía la energía, ¿dónde apuntaba mi brújula? 

Qué brújula. Si aún no lo he encontrado.

Así que dejé esa llama allí. En medio de la nada. En medio del naranja. Protegida, camuflada. Perdida entre la intensidad. La dejé ahí para que estuviera a salvo. Esa pequeña parte de mí. 

Me fui. Más bien, volví. Pero fue cómo irse más lejos. Cómo si mi viaje hubiera acabado en hogar, y me dirigiera  a un lugar desconocido. (Me di cuenta, días después, que la desconocida era yo). Y esa pasión, por mi cobardía, por mi miedo a encontrarme, se había quedado en el lugar donde la luna te sonríe. 

Un día volveré, volveré a por ella. Me espera. Y ya no es una llama pequeña, tímida. Ya no. Porque la dejé ahí, pero se alimenta a pesar de la distancia. Con cada movimiento, con cada persona increíble. Con cada sonrisa robada. Ilumina tanto, que ya casi la puedo ver desde ahí.

Pero aun así, nunca me evitaría el paseo que supone volver al lugar en el que dejé parte de mi alma. 


Ana 'Uala'

Our happiness is too loud


Quizás tiene razón una amiga, y quizás es hora de escribir. Quizás los sentimientos eran tan grandes, que no podía compartirlos. Han sido míos, sólo míos. Los he guardado bajo llave entre las páginas de una vieja libreta. Escritos, pero en su hábitat natural. El ruido que hace el bolígrafo rasgando la hoja. Pero ya no es suficiente. Creo que no. 

Nunca he estado enamorada. Nunca de un chico, al menos. O nunca de una pareja -sería más concreto. 

Pero sabéis... He amado, amado tanto que tengo estrías en el corazón. He sonreído pensando en el cielo azul de mi tierra. Y en el mar, en el infinito mar que rodea mi segundo hogar. He amado mil miradas, de mil amores de mi vida. Porque quiero deciros, nunca he estado enamorada, pero soy la persona que tiene más amores de su vida. Y no concibo la vida sin ellos. He llorado cuando se han roto corazones, y he llorado aún más -de alegría- al ver sueños cumplidos. Los ajenos. Los de mis amores. 

Estoy enamorada de la sensación en el estómago cada vez que alcanzo las nubes y puedo distinguir, entre ellas, la silueta que más amo en el mundo. Amo con intensidad cada vez que el sol y el viento juegan en mi cara, en mi pelo, en mi boca.

Me han brillado los ojos al ver a ciertas personas. Al pensar en ellas. Al llevarlas conmigo, aunque no estén. Mis ojos no han dejado de brillar nunca, aunque, según las reglas, yo no he estado enamorada. Según las normas, yo no sentiré nunca el dolor y el placer que sienten dos medias naranjas convirtiéndose en una. Yo no sé como explicar, no sé como explicar que he estado a punto de tocar el amor con la punta de los dedos. Como dijo Lennon, yo soy naranja entera. Así he aprendido. He aprendido que el amor viene de dentro, no de fuera.

Estoy loca y perdidamente enamorada de las buenas acciones que hacen las personas. Tengo una relación -exclusiva- con la fe en las personas. Nunca (¡nunca!) jamás nos hemos traicionado. Es mi relación más estable.

Ana 'Uala'