Amor y otras [no] tonterías



Duermo con las persianas subidas. El sol se convierte en despertador, y soy la pesadilla de la mayoría de las personas que tienen que compartir habitación conmigo. Preguntadle a mi hermana si no.

Pinté mi habitación de amarillo, para los días que amanece nublado. He pintado un pedazo de otro continente, como una puerta mágica que me lleva a otro mundo con sólo concentrarme un poco. No os imagináis las aventuras que he vivido en las últimas semanas.

Me preguntaron una vez sí tenía pareja, y si ese era el motivo por el que escribía como escribía... y sobre lo que escribía. Que parecía enamorada cada vez que abría la boca. Pero también me dijeron que buscaba el amor en las cosas porque no lo encontraba en mí. Que era mi falta de amor lo que me hacía ver lo que veía. Creo que nada tiene que ver con el amor. Ni por desbordarlo, ni por carecerlo.

El amanecer se cuela en la rendija que hay entre mi edificio y el de delante. Cada mañana, nunca a la misma hora. Y cada día, casi de forma automática, mi cuerpo decide despertar de sus sueños (o dormirse después de vivir otra vida) y veo como mi habitación utiliza toda la paleta de naranjas existentes. Cada mañana, durante unos segundos, estoy en el paraíso. Luego me vuelvo a dormir. Mi habitación nunca se enfría porque está llena de luz.

No sé como lo hace, pero cada mañana, esté donde esté, si duermo con la persiana subida, el sol dibuja siluetas de luz y colores.

Creo que es una buena forma de despertar. Creo que es un buen motivo para salir a la calle enamorada. Y ver las cosas con una luz diferente cada día.

Ana 'Uala'


Los cinco sentidos


Le oí. Antes de verle, le oí.

De espaldas, mientras intentaba borrarme el cansancio de la cara -habían sido muchos horas de autobús-, les escuché hablar. Tres chicos. Uno de ellos, de espalda. Hablaban. No me acuerdo del qué, sinceramente. Algunas de esas conversaciones trascendentales que tan fácilmente se olvidan cuando estás con amigos acabados de hacer. 

Ocurre que las ganas de ducharme anulan mis ganas de hablar, así que discretamente, me senté en la mesa de al lado. Saqué mi libreta, pero mi bolígrafo quedó de cuartada en mi mano mientras... Bien, mientras escuchaba. Diré en mi defensa que ni siquiera fui discreta. Los tres se sabían escuchados, pero yo no hablé, y tampoco di pie a que me hablaran. Es el cansancio, es lo único que consigue cerrar mi boca.

Fue ahí donde le vi la cara.

Desde la distancia, intenté averiguar de dónde era cada uno. Es una afición que he ido adquiriendo a medida que me he ido moviendo. Cuanto más viajo, más difícil me parece. Sobre todo cuando conoces a gente que es canadiense, pero tiene padre japonés y madre israelí. Acertar con ciertas personas es la razón por la que se inventó la expresión encontrar una aguja en un pajar. En cualquier caso, seguí escuchando, hasta que el reloj dio las 12, y cual Cenicienta, recogí el pequeño escritorio que había desplegado inútilmente para ir a transformarme, pero más bien de deshecho a humana.

Estaba recogiendo mi mochila, intentando hacer funcionar el ordenador del hostel, y se dirigió a mi. You can use my phone if you want. 

Así de simple. Nuestra primera interacción fue un acto de amabilidad.  Y me dije: "Éste... éste y yo, vamos a ser amigos, ya verás". 

Y no me equivocaba.

Siete mil kilómetros de distancia. Está a siete mil kilómetros de distancia. Pero aun le llevo cerca, muy cerca. Le he visto enviar energía a través de flores. Dejé que me enseñara a caminar. Me escuchó, y escuchó... y me siguió escuchando. Y a cambio, él me contó mil historias. Me dejó entrar en su vida. Y estoy segura de que pidió un deseo por mi mirando las luces del norte. He visto los rizos más perfectos, y amor en un peluche. Las fotografías perfectas sin buscarlas. He visto el asombro de un niño, cada día, por cada cosa, cada detalle. El mejor compañero de viaje. Me queda un viaje pendiente para ver brillar los colores de un país. El país con la bandera más bonita del mundo. Y una copa en la mano.

Me ha enseñado que es posible estar contento. Y mejor aun, que se puede cambiar estar contento por ser feliz. La valentía de aprovechar el tiempo, especialmente cuando sabes lo que quieres. Me ha recordado qué es ser valiente. Y tener alegría en el cuerpo.


He visto un cuerpo parado mientras baila el alma. Inquieta, alegre. Curiosa.


Ana 'Uala'





Milagros bajo el sol


[Advertencia. Esta historia puede haber sido influenciada por la intensidad de una mirada.] 

Lo vi, lo vi en sus ojos Os juro que lo vi. Vi la inmensidad del miedo y pasión infinita. Vi la indiferencia expresada en una media sonrisa. Sonrisa pícara, sonrisa seductora. 

Le vi reírse de bromas que sólo él entendía. Le vi conquistar a una sala entera con sus ideas. Gesticulando. Llenando de pasión las palabras. Vi la furia de un pueblo resonando en la habitación. El eco de cien mil voces acalladas, apagadas por razones que jamás entenderán. Silenciadas por excusas que no pesarán sobre la conciencia de unos pocos. El cansancio en la mirada de una persona que no tiene fe ni esperanza. Pero la rabia no le deja callar. Y habla con cualquiera que esté dispuesto a escucharle.

Vi una cultura aplastarle, mientras me conquistaba sólo con la mirada. Mirada intensa, mirada eterna. Mirada de niño ocultada en una prepotencia adquirida con los años. Convertido en león, sueña en en ser acunado con el canto de una nana. Sueña en una tierra teñida de fuego. Disimula su horror con argumentos lógicos. Pero él no lo entiende. Yo lo he visto, lo he visto en sus ojos. He visto más de lo que él podrá ver jamás en los míos. He visto mi contradicción reflejada en la suya. He visto su indiferencia llenarlas grietas de tormentos que jamás se atreverá a contar.

El sol brillaba ese día. El sol siempre hace que me sienta más libre. Es mi billete de primera clase a cualquier tipo de aventura. Aproveché ese billete para entrar a un mundo desconocido. Dormí la siesta y volví a despertar en una ciudad que tenía todo que ofrecer, aun sin tener nada.

Sola, y con espirales de humo saliendo de entre mis labios, me despedí de la ciudad. Me despedí de una ciudad hipnotizada por unos ojos que no volveré a ver.

Ana 'Uala'




La tristeza de la felicidad



La sensación de estar lejos de casa es una que siempre me ha producido una curiosidad inmensa. Es tanta la felicidad. La felicidad, la libertad, la independencia. De repente, estás en un lugar que no significa nada (aún) para ti, un lugar desconocido. Y eres capaz de todo. Aquí nadie te conoce, nadie te pide explicaciones. No le importas a nadie. Podrías desaparecer y nadie se daría cuenta. De hecho, ya has desaparecido.

Nadie te protege, pero nadie se preocupa tampoco (tengo que añadir, que esta condición suele varia dependiendo de a quién conozcas lejos de casa - conozco a un chico que me guió de la mano por miedo a que me hubiera olvidado de caminar). 

Estar lejos de casa. 

Son tantas las emociones que siento. Tantas. No puedo ni empezar a explicarlas. Me va a explotar el pecho, os lo juro. Tengo ganas de saltar de alegría, pero mis pies doloridos no me lo permiten. Tengo ganas de coger el primer avión hacia ninguna parte. Pero también son muchas las ganas de volver a casa. De ver a mi querida Barcelona, con su gente. Quizás es que ya no tengo miedo, y he decidido dejar de huir. Quizás es que hablar a medianoche con un espejismo tiene sus consecuencias. Quizás toda esta intensidad quiere canalizarse en rutina. Quizás, sólo quizás, tengo ganas de ser seria... un rato.

Hoy toca ser valiente.

[Retomo esta entrada, sentada en la calidez de mi sofá].

Ya en casa, se desinfla la euforia. La euforia, que no la felicidad y la energía. Lo desconocido da paso a los reencuentros, a los lugares de toda la vida, a tu cama. Cuando aprendes, tienes ganas de aplicar lo aprendido y seguir. Seguir hacia donde te vaya guiando el camino. Es gracioso cómo después de un viaje, la gente te dice aquello de lo cambiada que estás. Y yo me miro, y veo la misma cara. Exactamente la misma. Tengo algunas sonrisas más escondidas, de historias que algún día contaré. Pero soy la misma, mismas ganas, misma sonrisa. Sí, me reconozco en el espejo. Mucho más que durante algunos momentos de este año.

Ahora que estoy aquí, pienso que quizás no huía. Hacer aquello que te apetece, incumpliendo lo que deberías hacer no es sinónimo de huir. No salí corriendo, porque estaría muy lejos... En un lugar donde nadie se preocupa y donde a nadie le importa.

Quizás es que necesitaba conocer a una amplia sonrisa de rizos imposibles, quizás necesitaba hablar con nuevos viejos amigos, quizás necesitaba sentir el frío para volver a tener calor.

Tenía ganas de escribir, pero los teclados sin acentos me lo habían prohibido.

Ana 'Uala'





Por ti seré gaviota


La echo tanto de menos. 

Echo de menos no necesitar un mapa. No tener que pedir direcciones, ni nombres de calles. Que el mar sea mi norte. 

Echo de menos el sol que dibuja sombras en calles estrechas. El olor a humedad y a madrugadas con resaca. Echo de menos no saber en qué ciudad estoy mientras paseo. Que cada esquina me sorprenda, aunque las conozca todas. 

Echo de menos el Tibidabo a un lado, y Montjuich al otro. El paraíso de las ciudades. Echo de menos saber qué hacer cada tarde. Tener en piloto automático mis pies cada vez que salgo a la calle. 

Echo de menos las personas a las que cuida y acoge. Su niebla matutina ahora que se acerca el otoño. Echo de menos que me alegre cada vez que estoy triste. 

Pelearme con aquellos que no la ven como es. Defenderla hasta el día que me muera. 

En esta ciudad he conocido a las personas más maravillosas, y también a las que me han decepcionado. Es el centro y culminación de mis historias, aunque yo crea que las historias se esconden en ciudades más lejanas. 

Nunca nada ni nadie me ha sorprendido tanto como ella. Me ha salvado tantas veces... 

Ana 'Uala'

Sometimes




It seems so simple. People do it all the time, they shake away their fears and face their lives. They do what they love, the stand up, and they go for it. Sometimes they fail, sometimes they don't. But who cares? Because they are moving. Moving. And movement is what keeps you alive.

There are days, when I am having breakfast, and I feel it. I feel it inside. I can, I can do it. I was born to do it. I was born ready. I'm a capable human being. I can do what I want, when and how I want to do it. And I have all this energy. It won't stop. I sometimes feel I'm going to explode with all this light that's coming out of me. 

But. But. Then reality and years of education knock out my bravery, and I feel all this energy floating away. Sometimes I can actually see it, when I'm looking at myself in the mirror. I just see the light go out, and fear is written all over my face. I am paralyzed, and suddenly I can't do anything, I just stop. And by stopping, I die, just for a bit, just for a while. But our survival instinct is unavoidable, so I start to move, slowly, just enough to keep on breathing. Keep on surviving. But dead in the inside. 

And it's confusing, because I know the theory so well. I talk about it, I write about it, read about, I understand it, because I have felt, deep inside. But in the end, I'm a full time coward, and I'm unable to make the jump. And everything I believe in looks at me and just laughs, laughs, because I know it's true, but I'm just to afraid to stretch my hand and get it. 

So I was sitting the other day, planning to make a trip. Reading other people's advice, trying to figure out where to go and how to go there... And well. I had this feeling again. This fire that lights up and you just know you're capable of anything. 

This time, I'm not letting it go out. This time, as a great writer once said... I'm letting it burn me.

Ana 'Uala'

Cambios, contraste y mucho colorido


Conozco a un chico, que su boca habla más que sus mirada. Un día, decidió correr el velo delante de sus ojos, y se creyó su propia mentira. Se rindió antes de empezar. Decidió guardar su potencial en un caja hecha de miedo, y dejó que se quedara sin aire. Mató la esperanza, ahogándola en su propia miseria. 

No es una historia triste. De verdad que no lo es. Es una historia como la de millones de otros. La historia de todos. La historia de las decisiones que tomamos. Pero sobre todo, de como reaccionamos ante las consecuencias. 

A este chico le da miedo ser bueno. Disimula sus temores entre bromas y noches en blanco. Aunque siempre he sospechado que se acuerda de todo lo que dice, pero quiere olvidar. Olvidar que no cree en nada de lo que dice, y que es más fácil huir, que cambiar. Que es más fácil cargar a otros con la responsabilidad de ser buenos, mientras el se esconde entre gracias que dejaron de tenerla hace mucho. 

Sabe que tiene amigos, pero también sabe que no serán eternos. Y sin embargo, se hunde en un bucle sin fin en el que empezar de nuevo es demasiado esfuerzo. Es mucho trabajo para una sola persona. Es mucho trabajo para alguien que no sabe qué hacer. 

Es tan fácil ser infeliz...

No hay que estar tristes. Este chico eligió hace tiempo qué hacer. Él solo. Él solo sabrá volver atrás en sus pasos, si cree que es lo que debe hacer. 

Yo os prometo que es bueno, muy bueno. Y mientras pueda, seguiré viéndole como el chico bueno que es. Con un poco de suerte, él vuelve a verlo de nuevo.

Quizás cambiar -o mejor dicho, crecer- no sea tan difícil entonces. Quizás, sólo quizás, sus ojos empiecen a hablar más que sus labios. 

Ana 'Uala' 





Resucitar

Fotograma de la película One Day



Felicidad. 

Felicidad es reencuentro. Es años en blanco, contados a cámara rápida entre el café y la cerveza. Es la relatividad del tiempo, y la ausencia en la presencia. Es acordarte del matiz de una voz. Felicidad es vidas paralelas, sentadas en un sofá. Es recuerdos de fechas indefinidas, ocurridas mientras vivíamos la vida. Es la memoria recordando diez dónde sólo había uno, recordando anécdotas jamás ocurridas. 

Felicidad es que vuelvan las palabras, los silencios, los pensamientos. Es reiniciar, para actualizar el software y dejar los miedos en el modelo antiguo. Es aprender, sentir, decidir. Felicidad es poder elegir.  Es volver a perderse entre páginas, volver a dejar tus huellas sobre la aspereza. Dejar la mente en blanco, y el corazón latiendo. Vivo. 

Había una vez, la historia de una edad. Sí, de una edad. Una edad llena de dudas, temores, indecisión. Una edad de incertidumbre. Llena de consejos gastados de labios incluso más gastados. La misma historia que cientos de decepciones, cientos de "debería pero no quiero", miles de "será lo mejor". Es la edad de resignación, de bucles sin fin entre generaciones. 

Por eso, la historia de esta edad es díficil de explicar, las palabras parecen siempre las inapropiadas. Parece ser que se diluyan en el tiempo, olvidando los sentimientos para dar paso la experiencia. La de otros, jamás la tuya. Porque el único fallo de esta edad, es que no se puede volver atrás. Una lástima, si me preguntan a mí.

Esta historia... Esta historia se escribe a sí misma. Esta historia acaba cuando acaben todas las demás. Al final de esta historia, nos espera Caronte para llevarnos al principio de otro camino. 

Creo... Creo que felicidad es que esta historia sea tuya, única e intransferible. Creo que es consultar el mapa, y después elegir el camino que quieres seguir. 

Creo que felicidad es un montón de decisiones felices. 


Ana 'Uala'








The past in the future


Foto por Albert Elias 

Creceremos, y pesarán los años sobre nuestra espalda. Mil sonrisas de mil viajes decorarán nuestras comisuras, y el futuro habrá dibujado nuestro destino. O nuestro presente, porque ni el futuro existe, ni el pasado nos pertenece. 

Soñaremos vidas imposibles, tiñendo de melancolía días que no creeremos nuestros. Recordaremos, ya de viejos, aquel verano, ese verano cuándo todo era posible, y el tiempo no era un límite. Si tenemos suerte, tampoco entonces lo será, y habremos conseguido dominar el Aquí, y el Ahora. 

Rememoraremos la humedad en nuestra piel, que se broncea impasible, la sal resecándose en forma de pequeñas serpientes por el cuerpo. De fondo, sólo se oirá el mar y el eco de nuestras risas. No existen miedos, ni problemas, ni monstuos que no podamos derrotar. Somos jóvenes y eternos, y tenemos la fuerza de mil dioses en nuestro interior. Somos dueños de nuestro destino, y pase lo que pase, siempre nos quedará el sol iluminando nuestro camino. 

Seremos felices, y jamás creeremos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Seremos felices, y recordaremos con morriña un verano donde teníamos la vida por delante, y el mundo nuestros pies. Dejaremos que ese recuerdo bañe de melancolía ese día, y sabremos, como supimos aquel día, adelantándonos a nuestro futuro...

Somos eternamente jóvenes. 


Ana 'Uala'


Prioridades y propósitos


Ha caído en mis manos un libro. Un libro mágico, lleno de sabiduría. Un libro que no tiene las respuestas, pero te hace replantearte preguntas. Y te ayuda a entender(te) mejor a ti, y a lo que te rodea.

Apartada del mundo -o parte de él-, tienes tiempo y ganas de pensar. Las horas se hacen largas, y asombra cuánto dan de si los minutos. Observas, te mueves con personas que te abren el mundo a otras posibilidades, a otras formas de pensar. Como siempre que sales de tu círculo, cosas que dabas por hecho se convierten en duda, y cosas que dudabas se aclaran. Actitudes, y fuerza psicológica.

Ayer, ayer.Ayer, me dejé caer. Me dejé, confié, y agradecí. Ayer, gracias a dos personas, dos personas cuya historia es interesante, pero de momento es suya, hce lo que llaman el leap of faith. Ayer, me atreví. 

Cierras los ojos por un momento, pero sólo un segundo. El resto del tiempo debes mantenerlos abiertos, es la única forma de ver la meta y disfrutar del paisaje. Abrir los ojos, mirar hacia arriba y confiar. En la ayuda que te dan, pero sobre todo, en la fuerza que tú tienes. Aunque luego te duelan los brazos. Aunque tengas miedo. Aunque estés cansado. Aunque pienses que no puedes, confía. Confía en la capacidad que tienes por el simple hecho de estar vivo. 

Debes confiar que todo es posible. Confiar en que tu felicidad está al alcance de tu mano. Que no depende de los demás, ni de cómo está el mundo. El mundo seguirá girando, estés como estés. Así que puestos a no poder cambiar a los demás, cambiate tú. 

Sé feliz, que lo demás ya lo iremos solucionando poco a poco. 

Ana 'Uala'






Creciendo


Tengo el olor de la menta que no se va de mis dedos, la taza de té ya vacía. Suena música aleatoria, después de varias tardes de melodías de infancia. El recuerdo del fin del semana va desapareciendo -habiendo fragmentos que se fundían en negro mientras pasaban-, dejando un buen sabor de boca y la necesidad de dormir para volver a comenzar la semana con las pilas cargadas. 

Se fragmentan ideas, sentimientos y deseos, metidos todos en un saco sin fondo donde ya no se encuentran las piezas para que todo vuelva a encajar. Al menos está todo dentro de ti, y con un poquito de tiempo y buena compañía, el rompecabezas se vuelva a montar. 

Hoy he sido consciente de que estoy pasando el verano en compañía de unas personas que nada tienen que ver con mi habitual compañía veraniega. Lejos de casa, lejos de la familia, lejos de un ambiente al que estoy acostumbrada, y del que no paro de hablar como antídoto de dolor por no poder estar ahí. 

Sin embargo... Bien, es fascinante. Estan siendo un par de meses interesantes, en los que, como dije el otro día, he tenido el placer de conocer a personas muy curiosas. 

Yo, ahora mismo, debería estar durmiendo 3500 km de distancia, con la brisa de otras montañas refrescando la noche. Debería estar bajo un manto de estrellas, con sangre de mi sangre soñando de forma paralela a la mía. Debería escuchar los ronquidos de mi abuela, y los ruidos de algún animal que no se puede dormir. Pero estoy aquí, y aun no duermo. Valle pirinaico, es el sonido de la lluvia el único que recorta el silencio. De compañía tengo a una amiga, a un casi amigo y un gato en desarrollo. 

La verdad, de todas las opciones posibles para estos meses, esta me parece la mejor. No puedo evitar pensar que si no podía estar en mi hogar, al menos estoy bien acompañada. Estoy con una amiga que veo crecer, acogida por un grupo de personas que le transmiten seguridad, sin saber ella que la seguridad le sale de dentro. 

Veo a un grupo de personas que aman lo que hacen, y luchan para vivir siempre de esto. Valientes. En todos los aspectos. Veo una chispa que les une, que les atrae. Magnetismo puro. Les hace brillar, les hace fascinantes. Hace que quieras quedarte en un valle escondido, aunque no sea tu lugar. A veces, te hacen creer que sí. Pero como bien sabe ella, me rendí a las ciudades hace tiempo, a una en concreto, y no sería capaz de abandonarla. 

En cualquier caso, como otra fuente de sabiduría me ha comentado, de todo se aprende, y eso estoy intentando hacer. Aprender, crecer, soñar. Ver el qué. Es momento de cambios, en mi vida, y en la de la gente de mi alrededor. Grandes cambios. Como siempre, para bien. Eso sí, los resultados no saldrán hasta de aquí unos meses. 

De momento, lo único que puedo hacer es dar las gracias. Gracias por hacerme olvidar, durante muchos instantes, que la distancia duele, y la ausencia aprieta. Gracias por amar la vida, por atrever a cogerla con las manos y aguantarle la mirada.

Ana 'Uala'

La palabra adecuada



Existe un patrón que se repite en el tiempo y en el espacio. Un patrón en forma de persona. Un patrón que he tenido la suerte de ver tres veces, de forma directa, bastantes más de forma indirecta. Siempre en forma de sonrisa amplia y mirada abierta, sincera.

Lenguaje no verbal que significa bienvenida. Personas que se ponen delante de ti, sin miedo, sin ocultarse.

Armados con una sonrisa, te desarman a ti. Esas defensas que creamos ante lo desconocido, desaparecen. Te encuentras vulnerable, a su alcance. Sientes que casi pueden leer tu alma, y te susurran, de mirada a mirada. "Tranquila, no tengas miedo. Acómodate: esto está a punto de comenzar". 

Es asombroso cada vez que te encuentras con una persona de estas. Dejadme que os explique qué ocurre. La vergüenza deja de existir, el miedo, el no saber qué decir. Da igual, porque te miran expectantes, interesados. El "¿y si no encajo?" desaparece, dando pie a un: "no me va a juzgar". 

He conocido a personas así. Algunas, incluso me han salvado. Conocí a un chico que me dio la bienvenida a un país. Otro me presentó el suyo. Una se hizo mi amiga para siempre, abriéndome las puertas del misterio del universo. Conocí a uno que simplemente, se volvía transparente ante ti, para que pudieras leerle. ¿Qué mejor forma de hacer hablar a los demás, si no es hablando tú mismo primero?

Y ese pánico tan humano, tan social, ese miedo al rechazo... Lo eliminan. Con un sonrisa, con una palabra.

Es tan simple, tan sencillo.

Hola. 


Ana 'Uala'

Amunt


Por fin a solas con el tiempo, dando bocanadas de aire contaminado, pero familiar, entre paredes que lentamente se convierten en mías. Han pasado los días, y crece la ausencia y las historias que contar, pero falta tiempo. 

Pero hoy, por fin, estoy a solas conmigo misma. Mil hilos anudados en una noche de luna llena. No sé ni por dónde empezar, ni cómo continuar. 

No sé si contaros la historia de decenas de personas mágicas, interesantes, inolvidables y que tienen tanto por enseñar que he conocido en el último mes. O quizás la historia de miles de sentimientos provocados por grandes circunstancias, música que llega al corazón y conversaciones trascendentes con el ruido de la lluvia de fondo. 

Qué contar, cuanto hay tanto, tanto... y me faltan silencios delante de la pantalla blanca. Pero ahora, sí. Empiezo de nuevo. 

Empezaré pensando, pensando qué y cómo contar, la historia de personas unidas por el destino, unidas por amistad, por fuerza, por valor. Personas que se ayudan, personas que crecen, que ayudan a crecer. Hermanos, amigos, compañeros, amores. Delfines en medio del mar, que te llevan a la orilla más cercana.

Hay personas buenas tan disimuladas. Y es tan mágico encontrarlas. 

Tengo palabras queriendo salir a borbotones de mis manos. Palabras que están reflejadas en momentos en mi mente, y en trozos de papel arrugados. Lentamente, los iré pasando, uno a uno, para compartirlos.

De momento, me introduzco de nuevo en el mundo virtual, como un prólogo para lo que viene.

Hablemos de grupos de personas que, por esas casualidades que no existen, se cruzan en el camino. 

Y ya nada vuelve a ser igual. 

Ana 'Uala'

Es posible


Cuenta la leyenda, que una joven, una joven de belleza inhumana abrió, por curiosidad, o por obligación -¿al final, realmente importa?, una caja. Una caja que contenía todos los males de este mundo. Abrió la caja y salieron enfermedades, desgracias, miedos y monstruos. Una quedó en la caja, atrapada, sin tiempo a deslizarse entre los humanos. 

Y ahí quedó, sola, la esperanza. La esperanza, eso último que se pierde. La esperanza, el salvavidas entre el mar de males. 

Dejemos a un lado el carácter patriarcal de la mitología griega, y la similitud entre esta historia y el mito de Eva, tentada por la manzana. 

Esta historia acaba mal, muy mal. Pobre Pandora, acusada injustamente durante siglos por hacer una pequeña acción. Acusada por no ser consciente de aquello que hacía. Por ser la causa de la consecuencia. 

Pandora, sin embargo, se ofreció. Se ofreció como consuelo, portadora de esperanza. Podían acudir a ella para escuchar aquello que había quedado atrapado. Que siempre queda una brecha de luz en la oscuridad. 

La historia de una de cientos, de miles, de millones. La historia de personas que se equivocan. Errores que traen problemas, problemas que siempre tienen solución. Problemas que quizás no sean problemas, si no caminos que llevan al mismo lugar de forma diferente. 

Y es que de todo lo que me enseñaste, me quedo con una vida sin equivocaciones, una vida sin noches cualquieras. 

La historia de millones de personas, que se en vez de ahogarse, aprenden a nada, y llegan a la orilla para ser consecuentes. 

Ana 'Uala'



Radicalismos desinflados



Conversaciones que se ahogan en mares. Mares inciertos, llenos de dudas, en los que te lleva la corriente sin saber dónde, ni por cuánto tiempo. Mares, mares, porque el mar no es firme. No puedes apoyarte, no puedes asegurarte a nada. Mares. 

Pero es únicamente en el mar que aprendes a flotar, a mantener el equilibrio. A saber cuándo hay que luchar contra la corriente, para que no te arrastren las olas, y cuando hay que dejarse llevar por ella. Porque no te puedes agarrar a nada... ¿Pero quién dice que en tierra todo sea firme?

Debates filosóficos sin tiempo entre descansos de monotonía. Huir un momento de apuntes que te cuadriculan la mente y te encierran entre paredes. Sería una buena definición de mundano infierno: tantos libros que leer, tanta letra con olor a sabiduría, y yo con un libro que me hace daño en el pecho. 

Total huíamos hablando de las dudas típicas, tal y como odio que digan -e imagino que ella también odiaría-, pero llamemoslas así para reírnos un poco de nosotras mismas. Intentábamos, entre pasado y futuro, desmontar el presente. Evitando caer en el cinismo de la decepción. 

Pensaba, pensaba en la conversación mientras volvía a casa... Y surgían de nuevo preguntas. Gente que tiene tanto miedo a equivocarse que se vuelve radical, que da todo y más por una idea, por una realidad. Pero las realidades no existen, y se disuelven como el humo que deja la pólvora después de explotar. 

Los radicalismos, incluso los que podrían parecer buenos... No se sostienen, porque se crean a partir de estereotipos. Estereotipos, que aunque fascinantes, no son más que espejismos, una máscara social tras la cual se esconde la historia individual de cada persona. 

No creo saber la respuesta a todos los problemas del mundo -peco de soberbia, pero no tanto-, pero quizás, sólo quizás, la solución esté en intentar averiguar mejor esas historias individuales, y no tanto en radicalizar estereotipos. 

Quizás, sólo por eso, hayan valido la pena cuatro años leyendo los libros equivocados. 

Ana 'Uala'

Sin pasado ni futuro


Te decoras, porque hoy es una noche especial. No existen ni los errores del pasado, ni el miedo al futuro. 

Sólo calma. Bueno, y un poquito de nervios... Acontece algo importante. 

Al ser humano le encanta cerrar ciclos. Le encanta celebrar haber dado los 360º del círculo. Le encanta volver a empezar. Celebramos cumpleaños, año nuevo, graduaciones... Cómo nos encanta celebrar. 

Nos encanta -al menos por un día- ser valientes, y recibir con los brazos abiertos que cada vez somos más dueños de nuestra vida. Un par de días después, cuando no haya ocurrido un milagro en la rutina, quizás nos acobardemos un poco... Pero para eso celebramos. Para que en momentos de duda, podamos volver a sentir ese latir en el pecho que nos dice: Sigue caminando. Sigue, que nos quedan muchísimos más ciclos por cerrar. 

Hoy cerramos ciclo. Nos decoramos, nos vestimos, olvidamos viejos rencores. Hoy todos somos amigos, todos somos felices. De repente, no existe ninguna queja, porque hemos llegado hasta aquí... y lo malo se ha llevado la lluvia. 

Ahora ha salido el sol. 

Y brilla, brilla porque hoy, nos olvidamos del pasado, del futuro, de responsabilidades. Hoy hemos conseguido un objetivo, hoy somos capaces de todo. 

Simplemente, no olvidemos que en realidad, hoy es un día cualquiera. El sentimiento de hoy no debería extinguirse. Hoy, es un día cualquiera, decorado de verde esperanza.

Ana 'Uala'

Memento


Siempre me ha hecho gracia la travesura de la memoria. 

Yo no lo recuerdo así. 

Y qué cierto, cuánta verdad. Se distorsiona la historia, y aquello de lo que estabas convencida de repente resulta que fue totalmente diferente, y un recuerdo triste se transforma en anécdota. La mente juega buenas y malas pasadas, y la memoria tiene la mejor de los funciones. 

Memoria. 

Traicionera, cobarde, mentirosa. Pícara. Hace con nosotros lo que quiere. 

Cuánto dolor causa su ausencia. Distorsionada o no, estos recortes de memorias transformadas en fotografías, son el único equipaje que llevamos siempre con nosotros. Duele cuando se cae una fotografía, cuando se quema, cuando se pierde. Duele cuando dejas de tener el álbum. 

Nos agarramos con clavos de hierro a una memoria que sólo recuerda lo que quiere. 

Cuatro años. Después de cuatro años, miro atrás, y bueno. Una se asombra de sólo recordar lo bueno. Lo malo no era tan malo. La mayor perfección del ser humano es su capacidad de renacer de sus cenizas. 

Hoy iba con una grupo de caras sonrientes: emocionados, expectantes, felices. Curiosos, y llenos de deseos, frustraciones, y mucho sueños por cumplir. 

Ojalá que la memoria no me falle, y les recuerde siempre así de risueños. 


Ana 'Uala'

Dedicado


Cambiemos la teoría, para que se adapte a las pruebas que vamos encontrando por el camino. 

________

He empezado a escribir con una idea en la cabeza, pero como casi todo aquello con vida, se ha transformado. Yo decidí, un día, que el amor lo era todo. Una teoría, una teoría con pruebas, muchas pruebas. Pero tenía que buscarlas. Así que me dispuse a ello. Por lo visto, buscando en cada prueba aquello que había perdido. 

Pero como en todo los buenos libros de detectives, hay también pruebas que echan abajo teorías. Están ahí, por todos lados. Esperando a mostrar la cara oculta de la verdad. Me ofuscaba negándola. A veces, ni yo misma me creía. 

Quizás sí. Quizás sí que cogía únicamente los datos que me convenían, por los motivos equivocados. 

Bueno, tendré que empezar a elaborar una teoría a partir de los hechos que van ocurriendo... Y tendré que elegir los porqués, de una forma mucho más mía... y menos del resto del mundo. 

Quizás sigo encontrando en mi camino personajes tan clichés, que decidieron romper el molde para crear su propia historia. Y de paso, ayudarme a contar las mías. 



Ana 'Uala'

Lucidez


Canciones que resuenan, atrapadas entre los huecos de las paredes, esperando. Esperando volver a deslizarse entre el compás de dos pares de pies que se buscan. Esperando volver a la vida. 

Los aros de humo dibujan círculos infinitos a contraluz, disolviéndose en pasión concentrada. Los aplausos rompen la emoción silenciosa, el recuerdo de una melodía que sonaba hace apenas unos instantes. 

La sala, en su penumbra, se transforma de repente en el fondo de un acuario. 

Sólo te llega el sonido directo del sentimiento, soluble en el agua salada. Directa al estómago, a la cabeza, a la punta de los pies. 

Risas recortadas como siluetas, siluetas familiares en lo desconocido. Tela que se arruga siguiendo el movimiento de los cuerpos, delicada, suave, en silencio. Ojos cerrados, corazón abierto. 

El esbozo de cuatro historias conectadas de forma discontinua, sentadas en sillas deshechas, sonriendo sin mirarse. Cuatro historias elegidas al azar, puestas en el momento adecuado, en el lugar adecuado. Alineación de artistas en potencia, o mejor aun, de potencias convertidas en artistas. Encontrar ese detalle que haga que cuatro -cinco- historias tenga, por una noche, un mismo hilo conductor. 

Tener la enorme de suerte -suerte, muy suerte- de poder ver, en directo, la incubación de futuras obras de arte. 

Sin fingir, sin pretender, sin esperar. Simplemente, siendo.

Ana 'Uala'


Suertuda



Conozco a una chica, que abrazaría hasta que se le olvidaran los temores. Me gustaría que su pasado se alejara en dirección norte, mientras ella pasea lentamente, siguiendo las vías del tren, hacia el sur. 

Hace poco, sentada, la escuchaba derrochar palabras sobre un fondo en blanco y negro. Y salía un torrente de sílabas atropelladas, atragantadas en lágrimas que no quieren salir, y salían casi sin vida, inertes, muertas. Más que salir, caían, rompiéndose en mil pedazos en el suelo. 

Ella era consciente de mi mirada -mi mirada, que me atrevo a suponer creía con reproche, pero no es cierto-, y a pesar de ello -o debido a ello-, parecía su la telaraña de argumentos que iba tejiendo se iba haciendo cada vez más y más grande. 

Al fin, paró. Espero, deseo, que algo más aliviada. 

Yo quería deciros... Bien, dentro de su -sí, lo llamaremos pesimismo-, yo vi, yo lo vi. De verdad. Yo vi la esperanza de aquellos que no se rinden. A pesar, muy a pesar de sus palabras, yo sé que las decía por cansancio, sé que las decía por inercia, y porque después de muchos días bajo el sol, uno necesita un poco de alivio. Y no hay mejor alivio que volverse un poco cínico, porque significa que si algo sale mal, es porque no quedaba más remedio. 

Tendríais que verla. Ella, que confía, que sueña, que vive, que se apasiona. Ella que se desvive por ser feliz, por encontrarse, por hacer feliz a los demás. Ella que busca su hueco en este mundo -sin saber que ya lo ha encontrado-, ella que es capaz de ver belleza en imágenes, en escenas, en la música adecuada para la situación perfecta. 

Ella, que sabe que es capaz, pero a veces necesita que se lo crean los demás. A ella, le digo que no es necesario. Si tú estás segura, los demás lo acabarán estando. No hay mayor verdad que las acciones, y no se necesita mucho más. Predicando no se llega lejos; sí haciendo. 

Así que haz, cree, sueña, atrévete. No dejes que los demás te pongan unos límites en los que no crees. 

Ese mundo diferente en el que crees, existe. Y no únicamente dentro de un pantalla de televisión. Pero es cosa tuya encontrarlo. 

Ana 'Uala'



Vísteme despacio, que tengo prisa


Después de una mañana soleada acompañada de los músicos el amor (¿sabíais que los Beatles utilizan 613 la palabra love en sus canciones?), he pensado que nada podría ir mejor. 

Decían en un lugar, lugar que se quedó con la mitad de mis sonrisas, que las prisas matan. Las prisas y el tiempo, la mayor causa de muerte registrada. 

Conozco a una chica. En realidad, a varias personas, que tienen mucha prisa por vivir. Me incluyo. Prisa, ansias que se transforman en dolor físico. No poder estar quieta, sabiendo que hay tantas cosas por hacer... Y sin embargo, cortándote las alas tú misma. Dinero, tiempo, dependencia. Miedo. Tenemos prisa sin saber hacia donde queremos ir. 

El tiempo no se desperdicia, el tiempo es oro. Dejadme deciros, que la única frase con oro que me gusta es la de no es oro todo lo que reluce. Nos cuentan que las equivocaciones se pueden evitar, que los errores son una pérdida de tiempo. Nos dicen -justamente ahora, cuando más tiempo vivimos- que la vida se acaba ya, y que ahora es el momento de hacer las cosas... porque luego nadie nos va a dejar. La sociedad no nos deja: nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro sueños enterrados. 

Y así viven estas personas, personas que será edad o carácter, no importa, pero saben que cada momento parado es un momento que podría haber sido una experiencia inolvidable. 

Se tardan años en eliminar el concepto del tiempo de la cabeza: yo aun estoy en ello. Pero es simple. La prisa mata. Tenemos tiempo en esta vida de hacer lo que queramos, lo que podamos y lo que necesitemos. No hay momentos desperdiciados, porque todo te lleva a tu destino. 

No podemos querer estar en la cima de la montaña, sin haber subido a pie (A esto, Tony Stark seguramente subiría con su traje. O con un helicóptero. Pero bien, no somos Tony Stark. Ese ya se lo quedó Downey Jr.). 

Lo que pretendo decir es... Bien, mejor lo dijo Michael Ende:

"Momo comenzó a sorprenderse que se pudiera andar tan lentamente y avanzar tan deprisa". 

Así que lo dicho... La prisa mata, porque pisas sin saber dónde. O mejor, con prisas, no te das tiempo a confiar en tu pisada. 

Ana 'Uala'

Pide un deseo


El que quieras, el que más te apetezca. Cierra los ojos, y desea, desea, desea con intensidad. Con todas tus fuerzas.

A veces es más fácil si tienes un diente de león en las manos.

Le decía a una amiga este fin de semana, que no hay nada tan mágico -tan excitante, tan perfecto, tan cautivador- como ver a alguien hacer aquello que le apasiona. Ver a alguien hablar de su mayor amor, despojar luz y energía sin reparo... porque hacerlo le da incluso más energía. Hay tanta luz en la vida, que podrías dar todos los días de forma infinita, sin ver disminuida la intensidad. Es algo asombroso.

Y pienso, e imagino, y deseo y sueño. Un sueño cumplido por cada diente de león. Una pasión conseguida, vivida, descubierta, explotada. Noches en vela deseando ver salir el sol, para hacer aquello por lo que tu corazón palpita y se llena de fuerza.

Y vuelvo a pensar, e imagino, y deseo y mil veces sueño. Sueño, sueño, y soplo con toda la fuerza del mundo para no dejar ni una sola hoja. Soplo con intensidad, sabiendo que el viento es viento, y lo único que hace es llevarse la esperanza, y dejar la realidad. La esperanza es lo último que se pierde, cierto. Pero debes perderla para despertar, dejar de soñar, y hacer.

Todas esas hojas que se han perdido en el horizonte llevan grabado tu nombre, y se perderán como todo el polen de la primavera entre el verde y las margaritas. Y tú seguirás ahí, habiendo perdido de vista tu sueño, porque creerás que todo se solucionaba con las lágrimas que hacen crecer los campos de deseos.

Pero no es cierto, no es así. Volvamos al inicio, empecemos de nuevo. Campos de deseos, llenos de esperanzas y miedos. Coges un diente de león. Lo miras. Tan suave, tan delicado. De él dependen tu sueños. Visualizas lo que quieres. Lo ves, lo tocas, lo sientes. Y sin soplar, tiras la flor ya marchita, y vuelves de donde has venido, para cumplir aquello que ibas a pedir.

Cuando lo hayas cumplido, vuelves, y deshojas la flor silvestre. Ahora sí, soplas, deseando. Deseando lo que ya has cumplido. Soñando tu vida. Recordando que siempre hay razones por las que estar agradecido.

Soplas, porque no depende de una mala hierba -por bonita que sea- el destino de tus sueños.


Ana 'Uala'

Pan y vino



Pan, tomate y queso. Un buena vaso de vino, y sandía fresca. Fresca, porque se enfriaba en la orilla del río. Orilla en la que duermes bajo la sombra del árbol.

Esa solía ser mi imagen de la felicidad. En muchas ocasiones, lo sigue siendo, los días en los que el sol alarga tu sombra hasta que toca las estrellas que han salido. Noches de brisa tibia donde no se oye más que aquello que quieres oír, y no es necesario más.

Pan, buena compañía y algún destino incierto. O no tan incierto. Horas de viaje por delante, un paseo que se convierte en objetivo, sin importar el dónde, el cuándo, el cómo. En las grandes ocasiones, cualquier medio no justifica el fin, si no todo lo contrario: el medio suele ser el fin, el motivo, y la justificación.

Un recién hecho, de panaderas obesas en orillas de la carretera. Mujeres que aprovechan el cansancio del viajero para expandir su obra de arte, un olor que te atrapa, te obliga a parar, y escuchar el crujido -como hojas de otoño- al partir la punta del pan.

Horas muertas convertidas en aventura, esta vez no con banda sonora, si no con el recuerdo atrapado en un olor.

Olor que, cada vez, te recuerda una alegría diferente de miles de caminos recorridos con las mejores compañías.

Ana 'Uala'


Obviando lo obvio


De pequeña, odiaba. Así, sin más, y sin dirigir a nada en concreto. Odiaba por inercia, odiaba a todos, y odiaba todo. Todo me parecía absurdo, injusto. Incomprensible. No entendía nada, y por no entender, odiaba. O mejor dicho, creía entender cosas que ahora sé que no son como pensaba, y por tanto, sumida en un error, me enfadaba con un mundo que yo no entendía y que definitivamente, no me entendía a mí. 

Cuánto más me decían que era normal, que todo era un comportamiento natural a mi edad y con mis condiciones, más me cabreaba. Me enfadaba, y odiaba a las personas que me decían eso. Odiaba a aquellas que me compadecían, odiaba a las que se marchaban, odiaba a las que se quedaban. Odiaba a un persona en particular, con mucho odio, por no entender nada. Absolutamente nada. Y eso que yo tampoco entendía ni la mitad. 

Bueno. Tardé, lo justo y necesario -siempre es así-, en transformar todo ese odio en amor. Suena cursi, cierto, pero una se da cuenta que la única energía bien invertida es aquella que está llena de luz... Y no hay luz más pura que la del amor. Cualquier tipo de amor. 

En la última entrada hablé de una gran historia de amor. Hoy, toca otra. 

Una historia llena de chivatazos, de últimos pedazos de bocata cedidos, y de un egoísmo que se funde, para dar paso a la complicidad. 

La historia de un número 13 que trajo mucha, muchísima suerte. Aunque tardé tiempo en darme cuenta. 

Esta historia de amor empieza con una chica que no escucha, y un chico que no habla. Hasta que un día el no sabe callarse, y ella presta atención. Y todo cambia. 

Así de simple. De un día para otro. 

Aunque a veces, tener dormitorios separados, hace que la convivencia sea más fácil...

Ana 'Uala'

Paisaje sobre paisaje


Solía pensar, cuando era más pequeña, que si todo, absolutamente todo me salía mal en la vida, no podría quejarme. Que si acababa sola -y no me refiero únicamente a pareja-, no importaba. Cómo iba a importar, si había tenido la suerte, la enorme suerte de haber encontrado alguien en quien disponer todo el amor que yo podría entregar. Un amor, por cierto, correspondido. 

Aclararé que esto no es una historia de amor. O mejor dicho, sí que lo es. Claro que es una historia de amor. La historia de amor más bonita del mundo. 

Tardé años en entender que no por tener mucho de un lado, mereces poco de los otros. Eso es una idea que nos inculcan para conformarnos cuando las cosas van mal. Te lo mereces todo, tú, yo. Todos nosotros. Hay más que suficiente en este universo para hacer feliz a todas las personas. No dejes que te digan lo contrario.

Y cuando entendí esto, cuando caló... No supe que decirme. No supe qué sentir. ¿Qué se siente al saber que has encontrado una parte de ti en otro cuerpo? Una persona que no eres tú, pero sí. Una persona que sabe qué decir, cuándo hacerlo, cómo hacerlo. 

Una persona que, estés donde estés tú, se convierte en tu norte. Para que siempre puedas volver a casa.

"If my heart was a compass, you'd be north"

Una persona con la que romperás costumbres, yéndote a dormir a su casa, como cuando teníamos 7 años, a los 47...

Nunca imaginé que podría tener la suerte de tener todo un mundo resumido en una persona. 

Ana 'Uala' 



El amor de mis palabras


Es curioso la cantidad de cosas que empiezas a ver cuando abres un poquito los ojos. 

Ahí está, esa persona que lleva toda la vida a tu lado. Cada día, casi desaparece en el escenario de tu vida. Está ahí, pero lleva ya tanto tiempo, que no le das la mayor importancia. 

Hasta que un día... Hasta que un día tu soberbia flaquea. Esa soberbia que no te deja ver a ciertas personas, baja la guardia, y tú prestas atención. Abres los ojos, y los abres aún más cuando descubres todo lo que esa persona tenía que mostrarte. No sobre la vida, ni sobre ella. Sino sobre ti. Cuantas cosas veía que tú no. 

Palabras que antes no tenían significado de repente lo quieren decir todo. Para saber hacia donde vas, debes saber de dónde vienes, y más aún, quién eres ahora. Una persona, un día, te hace un comentario... Y todo parece sencillo. Todo cuadra, y la serie de acontecimientos que te ha llevado hasta donde estás -toda una vida de sueños, experiencias y desilusiones- cobra sentido, y lo entiendes. Entiendes hacia dónde hay que ir. 

Con una simple frase.

Ahora habrá que descubrir el cómo. 

Pero ¡eh! No hay prisa. No somos más que tiempo en esta vida. 


Ana 'Uala'

Reciclando ideas


No dejes que nada te distraiga de lo verdaderamente importante. 

Nunca. 

Hoy, sinceramente, no tengo nada más que añadir. Lo realmente importante... Lo notas latiendo en el pecho. Lo sabes. No hace falta que nadie, nadie, te lo diga. Así que no lo voy a intentar. Lo que necesitas saber, está en tu mente, lo que necesitas sentir, está en tu alma. Así que hazlo, y dedícate sólo a eso. Todo lo demás se corregirá solo.

Es sábado, el sol brilla, y en millones de lugares de este planeta, ahora mismo, el amor está dominando los corazones de personas. 

No podría ser más perfecto. 

Ana 'Uala'

Boom


Estampida de emociones. El latido del corazón. Los tambores y el fuego. Billete directo de la tierra al alma. 

Boom, boom. Boom. Golpe. Golpe en el pecho. Pecho que arde, arde de pasión. Arde de alegría, de excitación, de furia y fuerza. Pero arde. Boom

Fui feliz el día que una amiga, una gran amiga en lo desconocido, me presentó los tambores. Fui muy feliz. Feliz de saber que lo que hace nuestro corazón, cada día, para vivir... es música. Llorar es música, reír es música, enamorarse es la mayor de las músicas. 

Volver a sentir tu pecho latir. Por las alegrías diarias. Recordar, de golpe (boom) un sentimiento hibernado. 

El fuego deshace el hielo, y boom. Boom, boom. Golpe. Te golpea con furia, te despierta. 

Cuando tengas ese fuego en el pecho, no lo dejes marchar, no lo hagas. No caigas en la penumbra. 

Escucha atentamente, muy atentamente. Oirás los tambores. Te devolverán a la luz. 

Agárrate a aquello que te hace crear música, si no, estaremos perdidos.

Boom. 

Ana 'Uala'

Sonrisas pasadas por agua


Me he tomado la libertad de utilizar una foto de Acción Poética, que está repartido por varios lugares del mundo -sobre todo en latinoamérica- y empezó hace ya tiempo en México. Tengo la esperanza que podré ir personalmente a sacarle fotos a los diferentes murales, pero mientras tanto...

Sin poesía no hay mundo.

Un lema precioso. Pintar felicidad en las paredes. 

Toda la vida he pensado que uno no puede estar triste, porque en este mundo hay demasiadas razones para ser feliz. Quiero decir. Estamos vivos y aquí, para aprender, para crecer y para dar todo lo que podamos. Hay gente buena, gente increíble, genios. Y luego están los genios del arte: magos de las palabras, de las imágenes, magos capaz de crear con ruidos música. 

A lo que quiero llegar.. ¿Vale la pena, verdad? Todo. 

El sol por la mañana, reír con los amigos. Esa sensación de plenitud en el pecho. Los abrazos, las caricias, los besos. La lluvia y el viento en la cara. El mar, el inmenso mar, y toda la melancolía depositada en él -en ella. Tu insignificancia ante las montañas, los lagos, las estrellas y la luna. Un paseo por la playa, conocer gente nueva, ver buenas acciones. Cualquier cosa que te haga dibujar una sonrisa en tu cara. 

Hay cientos, miles de cosas así. ¿Por qué estar triste?

Bien. Quizás, quizás... estar triste también sea razón de sonrisas más tarde. ¿No creéis?

Conozco a una persona, una persona muy sabia, que me vendió las lágrimas como una gran terapia para ser feliz. 

Si no estás triste nunca, ¿cómo sabes que eres feliz?

Ana 'Uala'

Instantes


Locura. Término abusado casi tanto como el amor. Estar loco está sobrevaloradísimo. Todos estamos locos. No sólo estamos locos, si no que estamos orgullosos de estarlo. Mírala, está loca, se ha puesto a hablar con un desconocido. Ese chico está loquísimo porque lo ha dejado todo y se ha ido a cuidar a niños a un pueblo abandonado de Camboya. Esos están locos porque han decidido no tener hijos. 

Podríamos degenerar la locura a puntos bastante más tristes, a cualquier situación que normalmente va acompañada por un rara, especial, única. Persona con carácter. Estúpida. Tópicamente típica. Depende del grado de simpatía que le tengas a ese que hace llamar loco. En fin. 

La gente tiene tendencia a acusar a la gente de locura con una facilidad que, a veces, tengo que admitir que me hace gracia... un poco de la mala. Es decir, que no me hace nada de gracia. Admito que yo también abuso a veces de la palabra; diré en mi defensa que es por una especia de inercia, locura como sinónimo de: "no entiendo por qué lo debe haber hecho", "ojalá me atreviera yo también". 

En cualquier caso, no creo que ni la mitad de nosotros hayamos sentido la locura de verdad. LOCURA. Locura, locura, locura. Locura que te hace perseguir los sueños, dejarlo todo, te ilumina y te hace brillar. Instantes locos de lucidez, en las que te das cuenta de quién eres, qué quieres y hacia dónde vas. O mejor aun, hacia dónde quieres ir. 

Es tan gratificante cuando te encuentras a una loca. O a un loco. Son fáciles de reconocer: nunca admitirán que lo están -no les hace falta. Lo notarás en el brillo de sus ojos. Es diferente, más brillante. 

La locura de la cordura.

Nos creemos locos por los motivos equivocados. La autentica locura, es que no queramos ser unos locos completos. Full time. Locura 24 horas al día. Estar siempre locos. Siempre lucidos. 

Conozco a una chica... que está ahí. A punto. A punto de enloquecer del todo. 

Y jamás habrá estado tan cuerda. 

Ana 'Uala'

Azul intenso


Abril. El mes del mil. Mil lluvias, y mil flores. Ahora sí, el clima mediterráneo, algo caprichoso, se mantiene a la altura de su reputación. Se asoma el sol, el cambio de armario es inevitable... igual que los estornudos de aquellos que sufren el acoso del polen. Siempre me ha hecho gracia que el invierno y la primavera se reconozcan por la misma cara con nariz roja, sólo que con diferente indumentaria. 

Hasta hace poco, el cambio de armario me parecía algo absurdo. Lo único que tenía que quitar de los cajones eran los jerséis gruesos, y ya está. A medida que usaba y lavaba la ropa, las mangas largas, las bufandas y las medias iban quedando debajo, pero siempre ahí, ocupando lugar. 

No le daba más importancia... Al fin y al cabo, es ropa. Quiero decir, no tengo tanta como para que me agobie tener un par de camisetas de más en la búsqueda matutina de qué ponerse. 

Hasta que me di cuenta, que se puede usar el cambio de armario como metáfora. O no tan metáfora. Cambio de armario, cambio de chip. Pasas del invierno al solcito y buen tiempo, a salidas al aire libre, a paseos sin chaqueta... Sí, quizás es más fácil en lugares donde el tiempo está de tu parte... Pero bien, tarde o  temprano, la primavera llega a todos lados. 

Decía, pues, que cada vez me parece más y más importante el cambio de armario. Septiembre, año nuevo, cumpleaños, ese lunes que se nos resiste... Puntos de inflexión, puntos en los que nos reinventamos. Bien, añadimos otro día en la lista. Días de reflexión, de deshacerte de aquello que ya no te sirve, de limpiar, de airear tu alrededor. 

Devolver el color a tu vida. 

Ana 'Uala'