Entre idas y escapadas


Observadores constantes desde sonrisas conocidas. Pasas cada día, todos los días. Depende de dónde vengas, y hacia dónde vayas, cambia un poco su indumentaria. A veces es más formal, otras las confundirías con un peatón normal. Pero siempre están ahí, observando, atentos.

Porteros, conserjes, vigilantes... Obviamente, en su versión femenina también. Con un cigarro, una escoba, cartas en mano o una simple sonrisa. En la puerta, atentos. Casi siempre con una palabra amable, un saludo.

He tenido la suerte de siempre tener a uno de estos encantadores personajes alrededor mío. Me empezó encandilando el conserje de mi colegio. A la hora de comenzar, llevaba uniforma casi de comunión. Formal, serio... con mucho talante delante de los padres. Una vez se cerraban las puertas, se ponía su mono -siempre con el nombre de nuestro querido colegio, eso que no faltara nunca- y se volvía el manitas de la casa. Cuando tenías que buscar algo, arreglar algún desperfecto, entrar a una sala cerrada, recoger material... Sonaba en todos los pasillos el nombre del Sr. Jerónimo. Veterano de guerra, sabía como tratar hasta al más pequeño de todos... Y se le tenía un respeto que ya le habría gustado a muchos profesores.

Después crecí, y gracias a mi entorno, nunca perdí esta figura. Pero iré más lejos. Incluiré recepcionistas, secretarias, y cualquier persona que esté sentada detrás de una mesa, escoba en mano o delante de un ordenador, dándote la bienvenida a un lugar.

Son personas que animan el paisaje, que se acuerdan -a veces- de felicitarte el cumpleaños. Personas que guardan muchos de tus secretos. Cuando sales escondida de casa, cuando has traído a más gente de la necesaria... La música y el cine son temas de debate, igual que la literatura moderna. Personas que te esperan para verte salir, antes de cerrar. Personas que improvisan lo que hacer durante el día, y que se convierten en google durante algunas horas. Todo se lo preguntas ellos. Son tus recaderos, y no sólo de paquetes.

Personas que no cuesta nada ver, y sin embargo, hacen falta días y días de rutina para conversar con ellos. Simpáticos personajes, nunca estereotipados, como piensa mi querida Renée en La Elegancia del Erizo. 

Variopintos, divertidos, a veces ariscos... pero siempre atentos.


Ana 'Uala'


Un mar de fueguitos


Como ya he dicho, y no me canso de repetir, hay personas que sólo saber que existen, hacen tu existencia más feliz. El mundo parece un lugar mejor, y el sol brilla todos los días gracias a ellas.

Obviamente, están las personas de tu alrededor, aquellas a las que quieres. Tu familia, tus amigos. Tus profesores, tu vecinos. Incluso algún que otro enemigo. 

Pero están también esas personas que están. Que quizás las veas alguna vez, quizás sólo las viste una vez. Personas pasajeras en tu vida, pero que han dejado huella. Personas cuya felicidad te alegra, porque no concibes su tristeza. 

Tengo la enorme suerte de conocer a bastantes personas así. La enorme suerte. Una suerte inmensa. Os dais cuenta. Coincidir con tanta luz, en una vida tan corta. 

"Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende."

Prestado, en parte, de una carta, y escrito por Eduardo Galeano

Personas, personas que entrar a una sala, tienes que cerrar un poquito los ojos, para que no duela. Os iré hablando, una por una, de estas personas que han iluminado el camino que voy recorriendo. 

Me encontré a dos luces -diría perdidas, pero una luz no puede perderse- en un dique muy lejos de mi casa, a otras dos iluminando un concierto de rock. Una de ellas me alumbra cada día. Cada días, sin falta. Tengo llamaradas que me acompañan en la rutina, que me la tiñen de colores y que van creciendo conmigo.  

Encontré una luz, muy brillante, en el fin del mundo. 

Son cientos las luces anónimas que me encuentro cada día, en la calle. Luces que me sonríen, que sueñan, que viven. Luces que bailan en el gris de la monotonía, y me hacen sonreír a mí. Y la gente aún se pregunta el por qué de mi sonrisa. Si tus días brillaran siempre con la luz del sol, nada torcería la curva de la felicidad... Lo que menos, la lluvia.

Tengo una luz muy tierna en clase, que ilumina, y ni siquiera es consciente de ello. He encontrado luces viajeras que se han ido corriendo, y luces que deberían brillar, pero que lentamente se han ido apagando... Encontré, muy muy lejos, dos luces más: una que ahora está algo más cerca; otra, que dejó iluminando una gran ciudad con la luz de su risa...

Al final, todos somos luz, y depende de nosotros graduar la intensidad. 

Pero hablemos, hoy, de una persona en concreto. Una persona que sabe cuál es el secreto mejor guardado, y que para averiguarlo, uno necesita únicamente una toalla. Una sonrisa con patas, a la que me gustaría conocer más, pero aún así, creo conocerla. Dejadme hacer una prueba. 

Creo -y digo creo, porque aquí dije que a veces, contaría historias... otras, las inventaría. Ahora estoy intentando acertar, espero no equivocarme- que es una persona que irradia felicidad. Tiene de arma la sonrisa, que sigue siendo la más letal de todas. Creo que es la clase de persona que si ve que alguien necesita ayuda, se lanza a ofrecerla sin pensarlo. Una persona que se indigna con la injusticia, con el deterioro de la humanidad. Pero que ni de lejos ha tirado la toalla, porque confía. Confía en las personas, en su bondad, en su solidaridad. Porque es una guerrera de luz. Es miedo y determinación, al mismo tiempo. Diría que es amante del color verde, a pesar de ser ella una Amarilla (robándole, no sé si por primera vez, pero seguro que no por última, la palabra a Albert Espinosa. Estoy segura de que no le importaría). Una viajera con alas, que no necesita cruzar fronteras para llegar lejos. Compositora de la vida, singular y única. 

Repito, todo esto habiéndo cruzado palabras mínimas. Pero hay personas que no hace falta ver más que su luz... y todo los demás sobra. 

Y que siga brillando... 


Ana 'Uala'

Días de sofá y manta

Sonrisas mañaneras

Deja de esperar. 

Una de las mayores lecciones que me dio un libro. ¿Cuenta la historia de un autor como algo que contar por aquí? Creo que no, porque no son ellos los que nos afectan, si no sus palabras... Ellos no son más que una imagen borrosa detrás de la emoción al terminar un libro. Esa sensación de plenitud, y de no saber qué hacer. De volver a despertar en tu cuerpo, porque habías estado muy, muy lejos...

¿Qué esperamos? 

Esperamos, esperamos que todo salga bien. Esperamos no tener miedo. Esperamos el tren, el bus, el ferrocarril. Esperamos que pasen las horas, esperamos que pasen los días, para hacer aquello que nos gusta. 
Esperamos ser más felices, tener más dinero, esperamos tener tiempo. Esperamos tener tiempo. 

¿De verdad nunca nadie se ha dado cuenta de la contradicción de esa frase?

Esperamos tener tiempo. Esperar implica perder el tiempo. Esperar tener tiempo implica que quieres tener más. ¿Por qué pierdes el tiempo esperando, entonces? Que alguien me lo explique. 

Hoy, hoy no quiero hablar de la historia de nadie. O hablemos de la historia del tiempo. Un poco. Quiero haceros una pregunta, una pregunta que me viene bastante a menudo a la cabeza. Una pregunta, que después de terminar el libro de la entrada de Vida en tus días se me ha quedado grabada en el corazón, por un pequeño fragmento... Que os copio a continuación. 

Después, no añadiré nada más. Simplemente, os pregunto. ¿Qué esperáis? O mejor dicho... ¿A qué esperáis para hacerlo? Hoy la historia me la contáis vosotros...

"El comportamiento de Gaspard y Thaïs me recuerda una hermosa anécdota: preguntan a varias personas qué harían si les dijesen que están viviendo su último día. Todo los adultos conciben grandes proyectos, prevén comidas pantagruélicas (para el que no sepa que significa, como yo al leerlo, es comida abundante y muy rica...), intentan realizar un máximo de sueños en un mínimo de tiempo. Preguntan lo mismo a un niño pequeño que está montando su tren eléctrico. 
 - Si supieras que vas a morir esta noche, ¿qué harías hoy de especial?
 - Nada, seguiría jugando."

Tic, tac, tic, tac...


Ana 'Uala'

Hoy, sobre felicidad



Este lunes... Este lunes empieza con Amor. Un Amor con mayúscula, intenso.
 
Quisiera poder contaros la historia de cada una de las personas que me rodea. Y no a las personas interesante que voy conociendo por el camino. Me refiero a los que me rodena, a las personas a las que quiero, las personas que son especiales, aunque el mundo no lo crea. Aunque de alguna forma, al final, vuelvo a ellos. Porque se trata de contar historias de personas... Personas con luz. Y ellos brillan, y mucho.
 
Estas personas que hacen tu día a día, único e irrepetible. No os diré lo que les digo a ellos: lo saben muy bien. A veces, no hace falta.
 
Pero sigo. La historia de hoy, es de una persona que no conozco. Aúnque eso no es nuevo. Una persona que me tiene enamorada -en sentido platónico- y a la que me encantaría conocer. Una persona que no sale en revistas, ni en los telediarios, pero que en mi contexto... me ha ayudado muchísimo. Me ha dado una alternativa a la profesión que algún día me gustaría ejercer. Un pequeño esfuerzo por hacer más bonito el mundo.
 
 
Entrad vosotros mismos y decidid. Os doy tiempo.
 
Acaso no es fantástico... ¿qué una persona vea la magia en las personas? Esto, esto es mi forma de reconocerle, de aportar mi granito de arena. Es mi forma de decirle que me uno al proyecto, a mi manera. Que yo también creo en la luz de las personas. En las sonrisas en días duros, y en el valor de la gente normal. En el trabajo bien hecho.
 
En eso que hace especial a las personas.
 
Gracias, por cada una de las palabras escritas, que me demuestran que no estamos solos.

Que quizás nos hacen falta más observadores de la humanidad en las personas.
 
 
 
Ana 'Uala'



La cosa va de música


Música. Música, música. No me cuesta admitir que a pesar de que la música sea esencial, y la vida sea más bonita con banda sonora, siempre he sido más del sentido de la vista que el del oído. 

¿Pero sabéis lo que me fascina de la música? Sus efectos. 

Pasión, la música tiene pasión. El sentimiento de la gente cantando una canción en un concierto. Las vibraciones, las notas atravesando tu alma; la letra, el corazón. Hace que la gente cometa locuras, llore, ría, sea feliz. ¿Os dais cuenta de la implicación? La música cambia estados de ánimo. 

En Momo, de Michael Ende, el tiempo, la vida, el todo está representado por la música. Una melodía personal, única, que el Universo te comunica exclusivamente a ti, si tienes la molestia de sentarte a escuchar el silencio. Sería demasiado largo copiar el fragmento del libro que habla de esto, pero de verdad, si tenéis la ocasión, hacedlo. Es -supongo que dependerá de la edición- más o menos en la página 128, y no tiene desperdicio. La vida, el tiempo.. compuesto de flores, colores, música y luz. Tanta sabiduría en tan pocas páginas. 

Pero sigo. Sigo con la historia de hoy. La historia de un grupo, que no importa el nombre, ni importa el origen... y mucho menos el destino. A veces les conoces de casualidad; otras, creces con ellos. 

Ese grupo, que para cada uno es diferente e insustituible. Ese grupo al que has ido a varios conciertos, cuyas canciones te ponen los pelos de punta. Que escucharles en directo te mueve tanto que hace que atravieses medio país. Ese grupo que compone tu vida en sus canciones. Que asocias a buenos recuerdos y cervezas en verano. A lágrimas y momentos duros. A sonrisas que asoman en esos momentos. Que son abrazos, gritos. Estar cogida de la mano de tu amiga, que no te la suelta, porque os estáis intentando comunicar con energía; y nada más. Porque todo es siempre tan y tan perfecto. Porque después de todos estos años, seguimos al pie del cañón. Porque abres los ojos ante un nuevo mundo en el que el miedo no existe. Y donde las cosas que suenan a triste se olvida, para dar paso a buenos recuerdos. 

Un grupo, que para cada uno es el que es, que a mi es el que hace tiempo que me dice, al oído, que las cosas son fáciles. Y los sueños se cumplen. 

Que la vida crece entre matices. Los que nos da la música, justamente. 

Esta es una historia poco definida, y al mismo tiempo, es de las más definidas que escribiré. Porque sé que mientras lees, recuerdas. Recuerdas esos conciertos. Esas aventuras con canciones de fondo. Esos besos ocultos en tu letra de canción favorita. Recuerdos con acordes. Que no hace falta que te describa una historia, porque tú tienes la tuya. Y no hay mejor que esa. 

Nuestro secreto mejor guardado. 


Ana 'Uala'

Conciertos privados



Hay personas, que sólo saber que existen, hacen tu existencia más feliz. Personas, desconocidos que te encantaría conocer y amigos que nunca acabas de descubrir del todo -tal y como me dijiste tú, Vane. Un día, un día os hablaré de ciertas personas con luz tan intensa que te ciegan, personas y amigos de la vida. 

Pero hoy, hoy voy a hablaros de una persona en concreto. Que representa a muchas, como casi todas las caras anónimas con las que te encuentras

Ya os he hablado de esas probabilidades tan probables... La vida está llena de ellas. 

Salgo de casa ajena, estoy sola. Y son solitarias las horas que me quedan de la tarde, hasta que vuelva a encontrarme con mi amiga. En una ciudad ya conocida, pero que como todas, nunca la acabas de descubrir. Además, con el sol, todo es tan bonito...que nunca te cansas de verlo. Paseo, alternando fotos por palabras. En cualquiera de los casos, guardo cada pensamiento que me pasa por la cabeza ese día. 

Hace calor, estoy cansada. Me siento, y a punto de escuchar música, no encuentro mi reproductor: me lo he dejado en casa. Bueno, tendré de compañía mis pensamientos... Pero no. Yo, en ese instante, quería música... Y música fue lo que me concedió el Universo.

Un concierto privado, exclusivo para mí. Me mira. Una sonrisa, y somos cómplices. Sigue con su mirada a las personas que pasan a su lado: algunas le devuelven la mirada, otros ni le oyen ni le ven. Algún que otro generoso -sobre todo niños, que siempre quieren dar- le tira una moneda. Una moneda que va acompañado siempre de un gracias a media canción. Mientras, yo escribo, robándole miradas furtivas entre sonrisa y verso. 
Y me canta a mí, yo lo sé. Sé que está ahí, ese día, para mí. Que me he dejado la música en casa. Pero la vida a querido tener banda sonora. Le alegra la vida a las personas que pasan, recordando que hay momentos mágicos en la rutina... y que la magia de las vacaciones se atrapa en unos acordes de guitarra. Pero esa tarde, mientras pasan las horas, sé que todas las letras de las canciones van dirigidas a mi. 

El sol se empieza a poner a su espalda, y es hora de marcharse. Me levanto, guardo mis palabras como un secreto, y me acerco a tirar una moneda. Sé que no hace falta, es un gesto simbólico. Se ríe, me da las gracias, y me sigue con la mirada. Quizás un día sea un cantante famosos. Quizás nunca más vuelva a tener público...

Pero esos músicos, esos músicos anónimos de calles desconocidas, por un momento, te trasladan a otro mundo. Te alegran, independientemente de lo que ocurre en tu vida... o en la suya. 

Y me alejo, feliz, mientras suena detrás mío..

All you need is love. 

Ana 'Uala'


pd. Por si os preguntáis... No, el chico de la foto no es mi músico personal. Feliz sábado. 

Truco y muy buen trato


Hablar, hablar de un tiempo que fue. Un invierno hecho verano, en hemisferio que no te pertenece. Un hueco en una habitación sin lugar, porque no hay tres sin cuatro. La insistencia de una futura amiga para que vaya a disfrutar del sol. Unas pequeñas vacaciones fuera de una ciudad vacía. 

Estoy en el autobús, pensando. No sé si es demasiado. He recibido ya tanto, y aún recibo más. ¿No estaré siendo descarada? Pero luego pienso... peor sería rechazar los regalos que el universo tiene que ofrecerte. Así que sonrío: aún me quedan algunas horas de camino. Camino que acaba con una futura amiga

¿Sabéis? Me encanta cuando conoces a alguien, e inmediatamente sabes que eso es para siempre. Digo eso a falta de una palabra mejor. No le robaré a Espinosa su término de amarillo, porque no sé si acaba de ser eso. Eso que no se rompe, es un vínculo de promesas sin cumplir y horas que jamás pasaréis juntas. Es una vida resumida en cuatro días. Intensidad en estado puro, y luego echar de menos. Es tan corto el amor, y tan largo el olvido. No sólo es aplicable a amores románticos. Eso que nunca se perderá es una amistad a distancia, el recuerdo de días inolvidables. Sol, playa, buena conversación. Mate y aprender a jugar al truco. Maní japonés y chicos guapos. Risas, risas y más risas. No salir por contar chistes de feas. Cuidar a cierta persona que no para de ponerse enferma. Eso que no se rompe ni se romperá jamás son confesiones a medianoche, en un portal, entre lágrimas. Dos desconocidas que comparten alma durante un rato.

Ahora amiga presente. Que lo poco que tuvo, lo dio. Sin conocerme, decidió acogerme unos días. Me cuidó y me dejó ser su amiga y su confidente. Y lo agradecida que estaré el resto que me quedan. 

Hablamos pocos, pero sé que es feliz. Una felicidad que deseo que le dure hasta siempre, y una sonrisa que espero ver lo antes posible. 

Una flor que crece en el desierto, con raíces de confianza, amor y alegría. ¡Ah! Y coquetería. Como nuestra querida rosa del Principito... única entre miles. 


Ana 'Uala'

Mi corazón en un cuarto


- ¿Y tú qué quieres ser de mayor?
- Yo quiero ser vigilante del acuario de noche. 
-¿Vigilante del acuario de noche! ¿Por qué?
-Pues porque por la noche es cuando hay más vida en el acuario. Los peces están más activos: salen más, los tiburones están más agresivos, las medusas brillan, hay más peces... Es mucho más interesante.

Miqel, 8 años


No conoce más que hospitales, peces y dinosaurios. Entra solo, y ya sabe lo que quiere. Necesito cola blanca y tela roja. Y ojos, de esos que se pegan. Tengo que acabar. No sé de qué habla, pero le doy lo que me ha pedido. Me pide unos rollos de papel higiénico pintados de verde, y se pone a crear. En un momento ha terminado. Ya está, señala sonriendo. Me muestra su obra de arte. Una serpiente, con ojos grandes y lengua bífida. Me ataca con ella, mientras ríe. ¿De dónde has sacado la idea? ¡Qué original! me río con él. Es que miro todos los programas de Art Attack.. me gusta mucho. 

Ocho años, y todo el universo a su imaginación. No hay nada que se le escape. Se ríe, baila, canta. Sigue con las manualidades. Nos enseña datos sobre peces y sobre dinosaurios. Pero tiene competencia: Genís, 5 añitos, y sabe de dinosaurios más que un arqueólogo. Él tiene a una amiga de visita, y a su niñera. Están ahí, haciendo manualidades, cuando el pequeño decide que prefiere el ordenador. Cosas de tecnología. Cuando salgas de aquí, haremos una fiesta. De esas tan chulas que hacemos siempre. La niñera le dice al pequeño. Él la escucha a medias: está concentrado. Pero hay otra persona que está muy atenta. Se acerca, tímido pero decidido.

¿Yo también podré venir a la fiesta cuando salga de aquí?

Se me parte el alma en dos. Tan sincero, tan simple. Sin entender que son sólo compañeros temporales, una coincidencia en una sala, en un lugar donde espero que no tengan que volver. No entiende que sus situaciones son diferentes, y no depende tanto de él, como de las circunstancias. La niñera sonríe. Claro que sí, Miqel también estará invitado. Me mira, sabiendo que ha dicho una mentira...

Pero oye. Cambiemos un poco la historia. Imaginemos un final alternativo. ¿Y si de verdad fuera a esa fiesta? Se toman la invitación en serio. Las palabras perdidas en una sala cobran importancia, y lo que ha sido una coincidencia casual, se convierte en amistad. En compañerismo. En una historia que termina en un museo, junto al esqueleto de un dinosaurio, compartiendo sabiduría. O en un acuario. O en una consulta de veterinaria, cuando uno le lleva su mascota al otro. 

Ojalá fuera así de simple cambiar las cosas. Una petición tan simple. ¿Por qué no iba a poder ir a esa fiesta? Es tan simple. 


Pero volvamos, volvamos a la historia cuyo final no sabremos. Porque es cosa de otros escribirlo. 

Yo diré que no os sintáis triste por la historia que no vamos a escribir. Se escribirán otras, mucho más adecuadas. Simplemente pensar en que hay un niño, un niño que no conoce más que el blanco, que sueña con el azul intenso del mar, teñido de colores...


Ana 'Uala'

La voluntad de Dios


Sobre dioses, moral y buena conducta. En una ciudad donde se llama a orar cinco veces al día, nadie ayuda a un cojo transportar un bidón de diez litros de agua. En la grabación de un videoclip, las dos personas más religiosas son las únicas que dejan sus cosas cerca de alguien que las pueda vigilar (de qué sirve tener fe en Dios, si no tienes fe en las personas, me pregunto yo... si es con las personas con las que convives...), personas echar del jardín de una iglesia a un mendigo, por estar deshonrando la casa de Dios...

Hay cosas que nunca llego a comprender del todo. Yo que siempre he sido más de sentir que del pensar, no me ha preocupado demasiado... Hasta que me doy cuenta que con el estómago no sé argumentar, y tengo que poner en palabras la indignación ante ciertas actitudes. Pero esto no me sirve. Mi cabeza no está diseñada para pensar, realmente. Se me traba la lengua, me olvido de cómo hablar, y salgo más cabreada que otra cosa, al no poder explicar aquello que me hace latir el pecho. 

Por lo tanto, vuelvo a los sentimientos, y decido explicar mediante acciones. O directamente no explicar, que dar explicaciones es de personas poco seguras. Hago, y espero que se entienda lo que digo. Mejor dicho, hago, y espero que se vea lo que digo. Ya que las palabras no dicen nada en mis labios. Así que decidí hacer lo que siento, y olvidar lo que pienso. 

Es haciendo que he visto el lado contrario. 

Un viejo, que nada tiene, que te invita a una cena por ese vaso de agua ofrecido. Dios me protege, por lo visto, según decenas de personas que he conocido y que me han sometido a Su voluntad. Personas que te ayudan con la maleta en el metro. Personas que te cuentan sus secretos, necesitados de oídos. Personas que te invitan a lo poco que tienen. Sea lo que sea. Una mujer que le regala una rosa del desierto a una joven, por la conversación. A chicas aceptar con los brazos abiertos a una que anda perdida por el mundo. Una mujer que ayuda a otra salir del metro. Otra mujer, en otro paisaje, que se fía, y deja a su hija en brazos de una desconocida, durante un momento, para ayudar a su pareja. Fe. 

Tiene, si no me equivoco, cierto sentido. Sólo ves aquello que se hace. ¿Para qué voy a explicar, si puedo enseñarlo?


Ana 'Uala'

Vida en tus días


Hoy, después de un mal inicio de semana, he recibido una gran lección de vida. Así, directamente en mis manos. Como si de un libro de respuestas se tratara. 

La actualización de hoy no es muy larga, pero sí muy importante para mí. 

Hoy, me han regalado un libro. Un libro de una mujer. Una mujer que perdió a su hija. Una hija que vivió una vida corta. Una vida que llenó de intensidad al resto de su familia. 

Llenaré de vida tus días

Hoy, una mujer anónima, con una gran historia, me dedicó su libro. Es posible llenar de vida tus días. 

Y yo, triste por cuatro tonterías diarias. 

Escuché el testimonio de esta mujer hace ya casi un par de semanas. Una mujer que tuvo que afrontar la muerte de su hija de tres años por una enfermedad degenerativa sin cura. Una mujer, que mientras nos hablaba sobre su hija, en vez de llorar, sonreía. Sonreía diciendo que ella le enseñó el verdadero amor, y la importancia de la intensidad de tu vida, y no de la cantidad. 

Cómo llenar de vida tus días. A través del amor. Amor, poco más. Amor, y un juego de escondite.

Esta es la historia de Anne Dauphine Julliand, y de su hija Thaïs. 

Una historia que trata no de tristeza y muerte, sino de todo lo contrario. De vida y amor. 

 

Ana 'Uala'





Teorías y más teorías


Tengo una teoría que dice algo así como que en el mundo hay mucho energía positiva reprimida. ¿Qué quiero decir con esto? Os voy a poner un ejemplo de esos que tanto me gustan.

A medida que iba creciendo, y siendo yo bastante acomplejada durante mis primeros años de adolescencia, me di cuenta de un detalle que se repetía regularmente. En la calle, en una fiesta, en el metro... en cualquier lado, nadie intentaba disimular cuando algo no le gustaba. Es decir, si a alguien no le gustaba el vestido de esa chica, no tenía problema en decirlo en voz alta. Si le había disgustado algo, podía ir y decírselo a la persona en cuestión. Si hablamos de una persona maleducada, incluso iba y la insultaba directamente o se reía en su cara. Un comportamiento curioso, si me preguntáis. Sé que hay toda una telaraña de explicaciones psicológicas sobre el comportamiento de estas personas, pero el resumen es que es algo feo y negativo. 

Lo peor no es eso. Quiero decir, no le daría tanta importancia a este comportamiento -al fin y al cabo, si vas bien encaminado, lo que te digan los demás no te afecta más de lo que quieres que te afecte- si no fuera por la ausencia de un comportamiento contrario. Y no me refiero a la buena educación de cederle el asiento a una persona mayor, o "deixar sortir, abans d'entrar al tren". Me refiero a la ausencia de... cómo decirlo. Comentarios positivos. En contadas ocasiones he visto a una persona acercarse a otra y decirle: Creo que eres preciosa o Me encanta como vas vestida. Nadie se atreve a decir cosas bonitas, mientras que para decir cosas feas no se necesita valentía, por lo visto. 

Una descoordinación social, si me preguntáis a mí. No sé cómo nos educan, para tener miedo a halagar a las personas. "No, no voy a decirle a esa persona que me cae muy bien, si apenas la conozco y pensará que me gusta, o que soy rara...", "Me encanta ese vestido, pero no puedo ir y decírselo así sin más, ¿qué pensará?", "¿Por qué no alegrarle el día a esa persona diciéndole que es perfecta? No, no vaya a ser que me tenga miedo..."

¿Es curioso, no creéis? Tanto miedo a ser buenos. ¿Qué tal si cambiamos esta actitud? Debería haber una campaña de sé amable con desconocidos por un día. Dejar de reprimir lo bueno que tenemos que decir. 

Como esto debe ir de personas, os diré que de esta teoría me he acordado por una chica, una chica que ayer noche me alegró toda la semana. Y con ella de ejemplo, un aplauso para todos aquellos que tienen el valor de hacer felices a los demás, siendo lo suficientemente valientes para decir lo positivo que tienen guardado. 

Gracias. 


Ana 'Uala'



Entre prólogos y epílogos


No son sólo las historias de las personas -supuestamente- reales las que me atraen. Todo lo que he aprendido, que es poco, me lo han enseñado la tinta, el papel y el arte de unir palabras. Las tramas elaborados, los personajes que han crecido a mi lado... Sus historias, las historias de mis héroes, de mis amigos, de mis enemigos y de mis miedos... Sus historias son tan o más reales que las de la gente que me rodea. 
Acompañar al Principito, junto a su cordero, de planeta en planeta. Montar a caballo con Pippi, y volar con Juan Salvador (de pura casualidad, una noche en un autobús), la gaviota que quiso desafiar al mundo...; perderse con Alexander Supertramp (gracias Pri, por ese regalo único), reirse con Wilde y sus personajes frívolos y sinceros. Llorar con Austen... pero aún más con Ponyboy, con Dallas y con Johnny Cade... No crecer nunca, atrapar tu infancia entre las páginas de Peter Pan. Y sonreir ante el gato de Cheshire, que siempre me dio más miedo de lo normal, y desaparecer, una noche entera, entre el centeno. Descubrir el lado más sensible del temible Capitán Garfio, conocer la historia detrás de los miedos y sobre todo, y ante todo, buscar los siempres en los jamases. 

Que se abra ante ti un mundo nuevo, de otro color -amarillo, quizás. 

No podría contar sólo una historia, porque son muchas, son únicas y cada una es especial. Los libros... los libros abren la mente y el alma, y os recomendaría todos, absolutamente todos los que me he leído. En esta estantería están sólo algunos de mis favoritos... Pero dije que esto no debía de tratar (sólo) de mí, así que, os contaré la historia de hoy. 

En mi colegio, había una rutina a la hora de los patios -cuando ya fuimos "mayores"- que nunca me gustó... ni siquiera sé de dónde salió. La cosa es que había niños y niñas de cursos mucho menores, de primaria, a los que les cogías cariño, y te venían a saludar... y para ellos era un honor tener una "amiga" mayor. Una cosa para enorgullecerse: puedo ir a saludar a ese "chico mayor". Qué cosas pensamos a veces...

Sigo contando. Había un niña que nunca venía a nuestro lado. Siempre se quedaba sola, y no caía demasiado bien. Hablaba sin parar, y decía cosas con sentido. Que a veces, es mucho peor que decir tonterías: a la gente no le gusta saberse ignorante, igual que no le gusta la supuesta pedantería ajena. Pero como iba diciendo, esta niña era lista. Lista como nadie. Leía, hablaba, observaba... Un ser excepcional. Preciosa, divertida, buena... pero no fue eso lo que hizo que me fijara en ella. Ese libro. Ese libro que llevaba siempre con ella. Nunca estaba realmente sola. Acompañada de amigos que están ahí para todos, y algunos eligen no conocer. 

Decidí que ella debería tener el mismo honor que los demás, sabiendo que el honor era mío. Esa pequeña quiso ser mi amiga, haciéndome el mayor favor de todos, y pensando que yo se lo hacía a ella. A pesar de sus dudas, de su "querer encajar" en ciertas ocasiones... creo que siempre sospechó que a la hora de la verdad, no haría falta. 

Pero esta pequeña, esta amiga de alma, me regaló el mayor privilegio del mundo. Me regaló el honor, no sólo de ser mi amiga, si no de darme la ocasión de hacer el regalo más importante de mi vida. Diréis... ¡vaya tontería! Se tiene el honor de recibir un regalo, no de hacerlo... Sé que muchos más estarán de acuerdo conmigo en que eso no es cierto. Lo increíble está en hacer regalos, y hacerlos bien. Acertar, y ver la sonrisa de la otra persona. Y que alguien te haya permitido acercarte lo suficiente para saber acertar, eso... Eso no tiene ni precio, ni honor. Es simple y pura magia. 

Pues esta pequeña tuvo la capacidad de regalarme una cosa increíble. Se iba del colegio, así que me quedaba sin amiga. Pero tenemos ese miedo al olvido, y quise hacerle un regalo. No creo que se acuerde de mi nombre, ni de dónde salí, no hacia dónde iba. Pero para el momento, para la ocasión, tuve el honor de poder regalarle un libro que a mí, en circunstancia parecida, me había ayudado a sonreír y a ser valiente. Y quizás a mi no me guarda en un rincón de su memoria, pero estoy segura -convencida- de que ese libro sigue en su estantería. 

El inmenso poder de las palabras. Palabras que sirven para invocar, recordar, desaparecer, viajar, sentir, vivir, llorar y reír... Palabras que te cambian, te transforman, te hieren, te curan y te acompañan en el camino. Palabras perfectas, unidas con sueños y deseos. 

No sé nada de ella, algo que a veces me apena. Pero luego pienso en la valentía de esa pequeña, y sonrío. Sé que estará bien, seguro. Y si el destino quiere, nos volveremos a cruzar. 

Si no, espero que le regale ese mismo libro, a otra niña igual de especial que ella...

Ana 'Uala'




(Una de) mis estanterías de favoritos...

De izquierda a derecha, películas y libros: Orgullo y Prejuicio (Jane Austen), The Breakfast Club, Eduardo Manostijeras, Benny & Joon, Descubriendo Nunca Jamás, Heath Ledger (John McShane), James Dean (película biográfica con James Franco de protagonista...), Peter Pan (J.M Barrie), Le Petit Prince (Antoine de St. Éxupery), Alice's Adventures in Wonderland (Lewis Carroll), The Catcher in the Rye (Salinger), Extremely Loud & Incredibly Close (Jonathan Safran Foer), Hacia Rutas Salvajes (Jon Krakauer), la Trilogía de las películas de James Dean (Rebel without a Cause, Giant y East of Eden), La Elegancia del Erizo (Muriel Barbery), Juan Salvador Gaviota (R.Bach), Collected works of Oscar Wilde (sin El retrato de Dorian Gray), Rebeldes (Susan E. Hinton), Pippi Calzaslargas (Astrid Lindgren), Captain Hook (Hart-Helquist) y El món groc (Albert Espinosa).

Amigas causales - que no casuales.


Un hostel pequeño, pintoresco, y acogedor. Sobre todo, acogedor. En buena compañía, nos disponemos a cambiar el material para una excursión diferente. La habitación es compartida, e inevitablemente te encuentras a tus compañeros. O en este caso, compañera. Está sola, ya os habéis tomado un mate con el genio de recepción, y estás en un país muy lejos del tuyo. Igual que ella. Llámalo instinto, llámalo buena educación... 

- Perdona, ¿te quieres venir? Vamos al lago Gutiérrez, que nos han dicho que si da el sol, nos podemos bañar...

Improvisación que sale bien. Nos ponemos las tres el bañador, y ella, que tiene coche -empieza la cadena de cosas buenas- nos lleva hasta este lago. Vamos charlando, poniendo al día a una desconocida de veinte años de vida... O mejor dicho, de las últimas semanas, y de las que aún quedan. Mapas que no funcionan, bichos que te persiguen y argentinos que indican mal. Ir, volver, volver a ir... Llegar. 

Un lago, azul. Azul, azul, azul. Intensamente azul. Con pequeños diamantes en la superficie, un regalo del sol. Vamos a la otra orilla, que habrá menos viento. Dar la vuelta e ir a un rincón más recogido. Sacarse la ropa, mojar los pies. Helarte. ¡Hipotermia aguda! Que venza la valentía y tirarse de cabeza. Si lo hace una, lo hacen dos... la tercera, a regañadientes, también se lanza. Aún no estamos dentro que ya hemos salido, buscando el calor del sol y de las toallas. Risas y más risas. Planear excursiones. Realizarlas. Que nos persigan unos bichos carnívoros, y que queden lindas fotos de recuerdo. Tener una visita pendiente al otro lado del mundo. Unas birras, esa misma noche, en inmejorable compañía. 

Mi compañera se va, y me deja con mi nueva amiga. Se han separado por poco nuestros caminos, y yo he quedado tan encandilada, que me uno a su plan: una pequeña ruta. Tiene que devolver el coche -alquilado- y quiere aprovecharlo una última vez. Me invita a acompañarla. Para mí, es un honor. 

Empezamos temprano al día siguiente. Bien equipadas con agua, bocadillos, y ganas... comienza toda una aventura. Un paseo por las nubes, bien alto. Siete lagos escondidos entre la ceniza de volcanes. Música a todo volumen ante un silencio universal. Blanco, azul, gris y violeta. No hay más colores. Azul, azul, blanco, gris. Violeta, violeta. Entre el blanco, azul. Paramos. ¿Recogemos a ese chico? Pobre, debe estar respirando toda la ceniza que levantan los coches...

Un nombre en blanco, con camisa azul y bonita sonrisa. Acento francés, alma viajera. Nos cuenta su historia: fotógrafo de capa y espada. Aventurero nato, lleva meses conociendo, sin llegarse a conocer. Durante un breve período de tiempo, hemos coincidido en el camino. Vamos juntos, el rojo de la sangre palpitando entre el paisaje blanco, azul. Gris, gris, violeta. Luego, más azul. 

Nos separamos, con palabras pendientes. Nosotras tenemos que volver: él, se queda. De vuelta, silencio. No se escucha más que la música. Lentamente bajamos de las alturas, para volver a lugar de origen. De ese origen. 

Al día siguiente, un hasta luego. Porque no creemos en las despedidas. Y aún tengo un viaje pendiente... al lado de una sonrisa sincera, con alegría pura, a disfrutar, esta vez, de dorado y azul... sin moscas asesinas. 


Ana 'Uala'


Lugares y lugares


Lugares y circunstancias que unen a personas. ¿A qué me refiero? Los mercados, mi Rambla querida, los aeropuerto -tan fascinantes e increíbles... un día os hablaré de ellos- los conciertos, los partidos de fútbol... y sí, las manifestaciones.

Manifestaciones, curiosas, interesantes, y variopintas. Hasta hace poco, yo era partidaria de las manifestaciones. No soy muy activa en cuanto a participación, quizás. Pero voy haciendo, me intereso, me informo y asisto cuando lo creo necesario. 

Ocurre que hay cabos que me quedan sin atar, y dudas que no me dejan en paz. Es difícil explicar qué tengo en contra de ellas, sabiendo que no hay otras maneras en las que los ciudadanos tienen para protestar. Y como le comentaba ayer a unas amigas, si no vas a hacer un crítica constructiva, mejor cierra la boca. Criticar es fácil si no das alternativas. 

Supongo que son varias las cosas. Entre ellas, que casi nunca me haya sentido representada por los organizadores. Creo que difiere mucho lo que yo pienso, a lo que ellos quieren que piense.. Sin embargo, me identifico con el sentimiento que se crea, con la solidaridad, con el ambiente, con la palpitación de corazones parecidos al mío. 

No sé. No sé que será. Será que sé de personas que lo único que hacen es salir a manifestarse, y luego no hacen nada más. Mientras que conozco a otros que hacen su lucha diaria, sin rendirse, sin quejarse, por amor. Amor, ese amor del bueno, del verdadero, del intenso. 

Será que he leído demasiado sobre la ley de atracción de energía, y tenemos que dejar de decir lo que no queremos, para decir lo que sí.  

Quizás lo bonito de las manifestaciones, esa diversidad unida en una causa...no sea suficiente. Quizás falten las palabras adecuadas. De momento, es la única manera, conjunta, de seguir un mismo camino. Pero no hay que olvidarse que también hay luchas, individuales, diarias e importantes que también hay que hacer que ayudan igual que salir a la calle. 

En cualquier caso, vamos en buen camino. 

Ana 'Uala'

Gestos significantes


Hace ya un tiempo -¡y cuánto ha llovido desde entonces!- hice mi primer viaje sola. Y no me refiero sola de físicamente sola: en el lugar de destino me esperaban amigos, compañeros y buenos anfitriones. Sola, en cuanto a libertad de movimiento. Podría ir donde quisiera, cuando quisiera. El tiempo dejó de existir, igual que el turismo y los destinos. Perderse estaba en la orden del día. Ponerse al día con viejos amigos, disfrutar, sentir y ver aquello que las guías no muestran -y si no, verlo desde otro punto de vista. 

Entre ciudades y amigos, tenía tiempo de recapacitar, pensar y rememorar cada instante. Saborearlo en momentos de tiempo expandido, ya que mientras ocurren, los momentos vuelan. 

Iba yo destino a... bueno, ¿acaso importa? Diré que fue un lugar que estereotipadamente tratan de poco amables y quisquillosos, pero mi recuerdo me demuestra lo contrario. Destino turístico, para daros una pista: la cerveza y el té están a la orden del día. 

En cualquier caso, viví una pequeña aventura inolvidable. Estando en la parada de autobús, con mi mochila -y sin maleta, que se había quedado gracias a la gestión del aeropuerto en Barcelona- y con un billete sin cambio, el conductor me dijo que podía pagar con tarjeta. Ocurría por ese entonces, que mi tarjeta no funcionaba con chip: a las innovaciones me adapto un pasito más tarde que la mayoría. Ya es decir que llevara tarjeta. Ahí empezó la amabilidad de ese señor: Don't worry, you can pay once we arrive. 

Le sonrío, le agradezco, y me siento cerca de su asiento para demostrarle que no es mi intención fugarme. Y así comienza un viaje de casi dos horas... entre pensamientos, recuerdos, sonrisas, palabras escritas y una banda sonora para la ocasión. 

Pero la historia no termina aquí. Termina... bueno, aún no ha terminado. Pero este episodio comienza y acaba en una parada de autobuses de diferentes lugares. Una vez en el lugar de destino, me acerco la última al conductor, y le digo: I'll be right back, I'm going to get some change. I can leave my bag if you... Me interrumpe con un gesto en la cabeza. Niega con la cabeza, y me hace un gesto con la mano para que me vaya: "just leave". Al principio no le entiendo... "Really? But..." Sonríe, y me vuelve a hacer el gesto. Vete, me dicen sus ojos, puedes estar tranquila. 

Me alejo, aún asombrada. No acabo de entender el porqué. Pero a veces, no hace falta entender. Sonrío, sin mirar atrás, y miro a dónde tengo que ir ahora. Pensando en la felicidad que un hombre, con un simple gesto con la cabeza, ha podido producir. ¿Qué le debió impulsar? No lo sé. Pero decidió saltarse las normas por una joven perdida. 

Y aunque nunca sepa ni quien es, ni dónde está, ni qué es de su vida... Bueno, hay una persona, a 1500km, sonríe al pensar en él. 

Qué cosas. 

Ana 'Uala'


Caminos y destinos


Estar en un pueblo perdido. Encontrarte con alguien un poco menos perdido que yo. Entre sonrisas y preguntas típicas (¿Qué haces tú aquí tan sola? Pasear un poco. ¿Y no tienes miedo? ¿Debería? *Risas*). Me indica que al final del camino hay un monasterio. Tengo horas por matar y nada en mente, así que decido coger ese camino. Hace un día espléndido, nadie me espera y estoy en un lugar que no conozco. Una combinación perfecta. 

Voy caminando, caminando... El calor empieza a apretar, mis años de poco ejercicio más y la cuesta se empieza a empinar. No sé ni cuánto llevo, ni cuánto me queda... Pero estoy cansada. ¿Vuelvo hacia atrás? Es hora de comer, y ni siquiera sé dónde estoy yendo. Decido caminar un poco... y menos mal. 

Personas buenas hay en todos lados, las conozcamos o no. Y los favores no te los hacen sólo los conocidos. En el momento en el que decido seguir... de repente, llenando de fuerza, me encuentro esta frase. 

Faltan 2 km. Ánimo. 

Miro asombrada, como si estuviera escrito para mí. Nunca había recibido una respuesta tan directa de nadie, y  menos aún del asfalto. Luego descubrí que en algún momento, debió haber una carrera en el lugar, porque siguieron habiendo indicaciones a lo largo del camino (F. 1km, Queda la peor parte, ánimo; ya casi estás...), pero aún así, ¿cuántas eran las posibilidades que en ese pequeño camino que nadie debe visitar, hubiera habido una carrera, que yo hubiera pasado, y me hubiera estado preguntando esa pregunta instantes antes? [Como si estuviera] perfectamente calculado, cambia también mi banda sonora. No deixis de caminar, retumba en mis oídos. No existe tanta perfección. ¿O sí?

Aún nos queda mucho camino para demostrarlo... Y si es necesario, cambiar de opinión. Mientras, ánimo. 

Ana 'Uala'

Desconocidos que son amigos




(En cuanto llegue a casa cuelgo la foto. Pero no quería dejar de escribir, ahora que por fin me salen las palabras)
Editado: Ya está aquí la foto. 

Ya os hablé de mi mi nuevo amigo jesuita de Santiago, un encuentro casual... o no tan casual. Me sé de alguien que dice que las casualidades no existen... Algún día os contaré de él. Pero no hoy. 

Hoy quiero hacer una mención a los anónimos que me sonríen por la calle. Desde que saco a pasear mi cámara -a falta de perro- observo algo que me parece fascinante, increíble. Un detalle que no sé fotografiar, pero que queda marcado en mi corazón. 

Estar en una posición absurda, enfocando algo que no se ve. Que por no-casualidad he visto, me ha maravillado y he decidido llevarme a casa. Tengo la capacidad de aislarme al hacer algo que me apasiona. No sé ni dónde estoy, ni qué pasa. Me pasaba de pequeña con la lectura: me causó bastantes peleas con cierta amiga, que nunca podía llegar a mí con las palabras, porque andaba en otros mundos. Lo mismo me pasa con la fotografía. No veo nada más que lo que se ve a través del objetivo. Y las fotos cuentan, pero no escuchan. Entonces, os contaré una cosa fascinante. Al desaparecer temporalmente de este planeta, en muchas ocasiones he sentido, a pesar de la distancia, una energía. Energía que va dirigida a mí, energía fuerte, alegre, llena de luz. Esto es el botón que me hace volver al presente, y darme vuelta. ¿Quién es? ¿Quién me está mirando? Y siendo yo observadora, me siento observada. Observada por sonrisas anónimas que me miran, miran a lo que fotografío, y sonríen. Me regalan sus sonrisas, su ánimo sincero desde el mutuo desconocimiento.

A todas esas personas, gracias. Gracias, por esas sonrisas. Son un magnífico regalo. 

Una sonrisa, risas, el pulgar hacia arriba y acercarse a decirme unas palabras. Gestos insignificantes que lo significan todo. 

Un señor, desayunando solo. Un puro, una comida que no me acuerdo, sentado en una terraza. Saco una foto. Me doy vuelta y le veo. Se ríe, alza los puños en signo de victoria, y unas simples palabras que tu corazón atrapa: 

Muy bien. Muy bien...

Ana 'Uala'

Una presentación y una disculpa borrada.


No, podéis quedaros tranquilos. No soy yo la que me presento, aunque tampoco haría mucha falta, porque los que leáis esto, probablemente hayáis coincidido conmigo alguna vez. Si no, no os creáis que soy mucho más que imágenes y palabras, con la diferencia de la acción y alguna que otra sonrisa que no veis, pero que espero se refleje en vosotros.

En cualquier caso, lo que quiero presentar es... Bueno, de una forma extraña, este blog. O más bien, quiero presentar la idea original, mi intención, mi esperanza, y las historias... sobre todo, las historias. 

Así que presento. Me fascinan las personas. El movimiento entre ellas, sus abrazos, sus besos, sus miradas. Ese pequeño cambio en la cara al no decir esas palabras. El brillo de la felicidad en los ojos. La sonrisa que llena mundos. Me fascinan, sí. Ese reencuentro tan esperado que se expresa en todo, menos en palabras. 

Yo quería, quería contar historias de personas. Conversaciones vividas, contadas. En algunas ocasiones, historias inventadas. O más que inventadas, hipotéticas. Historias que nunca sabré si son verdad o no, porque no sé que se esconde detrás de un saludo anónimo entre dos personas. Corrijo: Yo quiero contar historias de personas. Esto que está empezando como pequeñas historias, espero que sigan en pequeñas grandes historias, y de estas personas pueda contaros un poquito más que lo que la fotografía me deja ver. 

Quiero, además, que con estas historias te vayas con una sonrisa, y feliz. Al menos, un poquito más de lo que eras antes de entrar.

No quiero que esto sea la descripción de una imagen. No quiero que se convierta en pies de página. Prometo no caer en eso. 

Por último, iba a disculparme... pero he borrado la disculpa. Porque no sabía exactamente la razón por la que quería perdón. Así que he supuesto que en realidad debía perdonarme algo a mí misma. Y lo he hecho. No pediré disculpas, porque os estoy ofreciendo lo que tengo de momento. Cuánto más tenga, más os ofreceré. Estoy trabajando en ello. Un poco de paciencia. 

Así que lentamente, voy aprendiendo. Qué tengo que hacer, cómo tengo que hacerlo. ¿Y sabéis? Con la gente de mi alrededor, no es difícil. Empiezo con sus historias, no porque sean las más especiales ni las más cercanas. Pero porque son las más especiales para mí, y son historias anónimas dignas de novela. Mientras, les ofrezco estas pocas palabras. 

La historia de hoy no tenía conversación, más que la que he tenido conmigo misma. Hoy he hablado un poco de mi historia. Pero es también la de otros, y es también historia. 

Ana 'Uala'







Bretton Woods y otros orígenes


Es fácil fotografiar aquello que ya es hermoso. Siempre he pensado que cuando sacaba una foto, y alguien me decía que era bonito, estaba haciendo trampa. Al fin y al cabo, la belleza ya estaba allí. Yo no soy más que una casualidad, que estaba en el lugar exacto en el momento oportuno. 

Era una de las últimas mañanas que junio tenía que ofrecernos. Mis amigos dormían: estábamos de vacaciones, las noches se hacían largas y los días cortos entre risas, sol y alguna que otra bebida. Era hora de dormir, pero no pude resistirme. Así que cogí a la única capaz de acompañarme en este paseo solitario, y fuimos a la orilla del mar. Y qué espectáculo privado nos ofreció esa mañana nuestro querido astro favorito. Ni quiero jugar a haber captado lo asombroso de ese día: esto no es más que un eco de un recuerdo que me juega malas pasadas. 

De ese viaje, tengo diferentes recuerdos, y casi siempre dependen de mi estado de ánimo. A veces buenos, a veces peores... Pero luego recuerdo esa mañana, sola, en la orilla, y pienso: Sonríe, que ese viaje no tuvo nada de malo. Para ponerlo en una frase positiva, tuvo todo lo bueno. 

Curiosamente, no es de ese viaje que quiero hablaros. Si no de una persona con la quizás coincidí, quizás no. En cualquier caso, el destino nos tenía reservados otros planes. Tres meses después, al empezar la universidad, ni me fijé en el centenar de caras que adornaban mi aula. Los nervios no me dejaban ver más que siluetas borrosas y nombres sin caras. Un caos. 

Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo, y las caras fueron haciéndose más nítidas, hubo personas que tuve, otras que perdí. Otras siguen aquí, y su cara ha pasado de ser nítida, a estar en primer plano. 

Una de esas personas, un pequeño héroe, viene del mismo lugar que la foto. Es por eso que se la regalo, como una pequeña ofrenda. Aunque lo que le regalo, no es mío de dar. De hecho, fue un regalo de su tierra para mí. 

Es esta persona que hace que este recuerdo que se moldea según mi humor, sea siempre positivo. ¿Cómo puede haber algo malo de su querida isla? Un día vienes, y te la enseño yo. No puede ser que Ibiza no te parezca el mejor lugar del mundo. 

Orgulloso de su tierra -¿por qué no iba a estarlo? Yo amo la mía -, es una persona que... Mejor os pongo un ejemplo. Pero antes, os pongo un poco en situación. 

Hay ocasiones en las que alguna asignatura de nuestra carrera nos obliga a tener que subir a la universidad a editar vídeos en unas salas, que si la conocierais, no querríais volver a entrar. Una sala del terror. Por arte de magia, absorbe energía, horas y hasta el alma, si estás ahí mucho tiempo. 

Vale, quizás esté exagerando un poco. O quizás no. Es simplemente para que os hagáis una idea. 

A esto, le tenemos que añadir el hecho de que vivimos a una hora de la facultad -y eso que somos de los que vivimos más cerca. 

En cualquier caso, aquí va el ejemplo. 

Este amigo, es una persona que se ofreció a acompañarme a las nueve de la mañana a nuestra particular sala de tortura, sólo para que no editara en soledad. No únicamente eso, si no que yo, teniendo una cita al otro lado de nuestro mundo -una cita que para mí era importante, para otros, una excusa inválida-, y andando justa de tiempo, se ofreció a quedarse mientras acababa de guardarse el vídeo. 

Y todo eso antes del café de mediodía. 

No sé si es el mejor ejemplo, o si he conseguido transmitir aquello que siento. Pero sé que él, sí lo entenderá. Porque a veces sobran las palabras. 

Gracias, por todo. Todo. Pero sobre todo, por Bretton Woods. 

Ana 'Uala'





Soñar despierto


Hoy, hoy quiero hablar de sueños. De sueños cumplidos, y los que nos quedan por cumplir. Pero sobre todo, de los sueños cumplidos. Por esos... "Eso es imposible", "Nunca lo conseguiremos", "Deja de vivir en otro mundo",  por esos días en los que te sientas en tu cama y piensas... ¿Dónde me he metido?

Hablemos, hablemos de esos días. Y de todo lo que nos pasa en la cabeza. El miedo, némesis de nuestra vida. La gente piensa que la muerte es lo contrario a la vida. Esta gente se engaña, no hay más muerto que el que vive con miedo, con miedo a vivir. 

Sueños cumplidos. Pero no sólo esos sueños de visionario, de querer cambiar el mundo, de aventuras fantásticas con finales felices. Sueños, pequeños sueños diarios. Tu comida favorita el día de tu cumpleaños. Ese libro que llevabas tanto tiempo buscando. Conocer a personas importantes, que no famosos. Un viaje. El viaje. ¿Ya está? Sí, ya está. Ya tengo los billetes. Me voy. ¡ME VOY! 

Ese sobre que esconde aquello que más querías, y otros han sabido ver y entregarte. Lágrimas de felicidad al recibirlo. Dar una vuelta en moto de agua. Entrar a un casino. Ver delfines recortando la silueta del mar. ¿Los habéis visto? ¡Son delfines! ¡Yo estaba allí hace un segundo! Escuchar a Edith Piaf en Paris. Bailar con un desconocido y desaparecer. Seguir conociendo a gente maravillosa. Escuchar en directo esa canción, de esa banda, que tanto te gusta. Escaparte de clase e pasar un día maravilloso al sol con una amiga. 

Ese beso. Uno de los mejores sueños cumplidos. Una taza en forma de furgoneta. Ayudar a la gente, otro gran sueño cumplido. Té caliente con tiempo frío. Y lluvia, mucha lluvia. Bailar bajo la misma, otro sueño más. Bañarte en el mar de noche. Pedir un deseo a una estrella fugaz. Sueños de deseos. 

Sueños, sueños pequeños, diarios, que se van cumpliendo y no sabemos apreciar. Pequeñas alegrías que se nos conceden, para avisarnos de que lo bueno está por llegar. 

¿Dónde te has metido? Pues en tu vida, única, irreemplazable  maravillosa y llena de sueños. Pero los sueños sólo merecen la pena si se cumplen. Así que por cada persona que te haya dicho "Eso es imposible", yo te contesto. 

Decide tú si es posible o no. No dejes que te digan lo que es imposible. Los imposibles lo son, hasta que dejan de serlo... Hasta que tú decides que dejen de serlo. 


Ana 'Uala'

Exiliándonos, queriendo


Ocurre en contadas ocasiones que al mirar una fotografía, te vienen recuerdos que nada tienen que ver con lo que reflejan. Y no me refiero a unos sentimientos que no encajan, o una sonrisa en la imagen más inadecuada. Me refiero a ver esta fotografía, y acordarte de otra persona, en otro lugar, en otras circunstancias. 

No sé si os pasará a vosotros; a mí, sí. Y me pasa con toda esta serie de fotografías de este viaje. Obviamente, me acuerdo de cada uno de los disparos que hice, del por qué y se me llena el estómago de felicidad al recordar con quién iba. 

Así que técnicamente, mi mente se divide en dos -más que normalmente- y a pesar de ello, no son contradictorios los sentimientos, porque ambos recuerdos me producen una felicidad inmensa. 

Es demasiado temprano, creo, para hablar del significado oculto de mis fotografías. Sí, es demasiado temprano. Llegará el momento, y entonces, será perfecto. Cuando ya no quiera que el recuerdo sea sólo mío, entonces hablaré. Mientras tanto, si me permitís, me guardaré el secreto para que siga siendo mío y de nadie más...

Me pregunto, qué hace que el cerebro decida ésto y no esto otro...

Pero sí que hablaré de una serie de risas. Risas acompañadas de rumba, de sudor y de pasos sobre tierra. Tranchetes aborrecidos y sangría sin terminar. Miedo a los asesinos pero no a las alturas, soledad y compañía entre paisajes teñidos de diferentes tonalidades de azul. Con un poco de marrón y verde para completar el cuadro. Perdidas entre viñedos y siempre a mitad de camino, para pensar que ya queda poco. Compañeras de viaje, ni la primera vez, ni la última. Escarcha matutina y pelo rizado -o seco, que hacía que tuviéramos que salir un poquito más tarde, o despertarnos más temprano.

Bonitos recuerdos caminando, a veces sobre camino, a veces haciendo el nuestro. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Sabías palabras de Machado, cantadas sobre su tumba con melodías de Serrat. Reuniones familiares, pueblos desiertos y fotografías de instantes que nunca volverán. 

-Queda molt?
-Mira, hem arribat fins aquí. Ens queda la meitat del camí.
-Sempre ens queda la meitat. 
-Clar. Si queda menys, millor. I si queda més, pensaràs que quedava menys i ho faràs amb més ganes!  És el millor que podem dir!


Ana 'Uala'