Let them fly


Me contó una vez mi tía, que en un viaje de autobús, le dije de repente, que nunca más iba a querer a nadie. Me miró extrañada... ¿Por qué?

Yo no me acuerdo de la respuesta, sinceramente. Pero puedo trasladarme en el tiempo, sentarme al lado de mi tía, cogerle de la mano y volver a contestar, sin miedo a equivocarme: Porque duele tanto. Duele tanto cuando se van. 

Más de media vida después, sigo pensando en la respuesta de esa niña perdida. Sigo pensando en el dolor que provoca la distancia. Siento como a mis pulmones les falta aire, por que mi aliento se lo quedan las conversaciones congeladas en el tiempo. Tiempo que nunca podré recuperar con gente a la que quisiera abrazar hasta que me salieran raíces. Entiendo a esa niña, triste, confundida por no entender que hay cosas que no puedes controlar. No hay cadenas reales con las personas, no puedes tenerlas cerca siempre que quieras.

La entiendo, y la recuerdo. Y a veces me resuena el eco de estos sentimientos. Cuando aprieta la distancia en la oscuridad de la habitación, o en la felicidad de un amanecer. En el silencio. Ahí se esconde la nostalgia, en el silencio de tu alma al oír las risas de los demás.

La recuerdo, pero ahora es sólo un espejismo. Si pudiera, me sentaría a su lado en ese autobús, y le contaría lo que sé ahora. Le contaría que hay un método mucho más simple que no querer: querer incluso más. Querer hasta que tu alma reviente. 

Le contaría que no tardará en descubrir, que somos incapaces de no sentir amor. Que no podemos evitarlo, nos gusta la gente. Y que sólo hay una solución simple para eso. Deja que te lean. Ábrete, no te ocultes. Sobre todo no ocultes tu sonrisa.

No disimules tu amor por la gente. Ama, sin reparo, sin miedo, con pasión. Cuanto antes ames, más intensos serán los recuerdos. Y tendrás mucho más a lo que agarrarte cuando se vayan. Por que se irán, esto también te lo prometo. Porque somos todos nómadas en el alma, tú la primera. Y las despedidas serán tristes, porque el amor fue intenso. Pero no habrás perdido el tiempo en intentar evitarlo. Le habrás entrado con todo, como sólo tu sabes. Y abrazarás desde el primer momento, porque cada abrazo que no des, es un abrazo perdido. Es un abrazo que lamentarás no haber dado cuando esté lejos. Así que abraza, y guárdate el recuerdo para luego. No echamos de menos a las personas, si no a quienes éramos nosotros cuando estábamos con ellas. Así que sé lo más sincera que puedas, y quiere. Quiere cuanto más y cuanto mejor puedas. Así, cada vez que te brillen los ojos, todas las personas a las que echas de menos estarán allí junto a ti. 

Que las dos sabemos, ahora, que echar de menos es la sensación feliz más triste del mundo. Y por eso no hay tiempo que perder. 

Que podrías elegir vivir sin amor, pero que vida es cada latido que tu corazón da por otra persona. 


Ana 'Uala'


Explosión en el pecho



Y así, por curiosidad, ¿vosotros os habéis preguntado si la felicidad tiene límite? Si hay un tope, un momento en el que tu cuerpo se rinde ante tanta energía en el pecho. Dicen que uno se puede morir de tristeza... ¿habrá algo parecido a morir de felicidad? ¿O al ser felicidad, uno no se muere, si no que siente sus pulmones llenarse de aire fresco?

Yo tengo una llama. Una llama que no se apaga. Está ahí, latente. En el pecho. Será que por eso nunca tengo frío. Menos en las manos, a veces. Pero tengo que estar muy nerviosa. Y esta llama, esta llama que no se apaga... Vive alimentándose de risas tontas, de copas, de conversaciones a medianoche. Cada vez que una persona le sorprende, cada vez que le recuerda que lo importante es invisible a los ojos... se aviva.

Que no digan, el amor está en todo y en todas partes. Amor es, amor es esa chispa que explota en el corazón y se expande en el pecho. Esa chispa que se transforma en pasión de palabras, sonrisa eterna... y ese brillo, ese brillo de los ojos. Ese brillo que guardaría en una pequeña cajita, y la llevaría siempre conmigo, cerca del pecho, para iluminar todas mis noches tristes. Es esta luz la favorita de mi fuego. Si las vierais bailar...

Tengo que admitir que, a veces, cuando soy tan feliz, me duele el pecho. Me duele mucho. Como si fuera a explotar. Y eso sólo lo provocan las personas. 

Así que a mí, cuando me toque, sea como fuere... Decid la verdad. 

Murió de felicidad.

Ana 'Uala'


Querida amiga,


Los crujidos de la escalera se han convertido en la banda sonora de mi estar por casa. También en mi puerta, porque la cortina que me separa del resto... Bien, no guarda bien el silencio. Suenan melodías en el piso de abajo, que te lleva a ese estado de melancolía que sólo las canciones en acústico consiguen. 

Llevo días intentando hablar con mi pasado, es decir, contigo, para decirte que... Lo siento, mucho, pero no voy a volver. 

¿Sabes? Sería tanto más sencillo que el cuerpo cambiara al ritmo de la mente, así todo el mundo sabría que somos personas diferentes a la que fuimos ayer. Veríamos enseguida si estamos creciendo o no. Aunque imagino que nadie sería capaz de reconocerse en el espejo cada mañana: el mundo estaría repleto de rostros distintos cada día, y de personas con arrugas de sabiduría en las comisuras de los ojos. ¡Qué sabia es la madre naturaleza! 

Lo que te quiero decir con esto es que, seguramente, sólo tú notes que no soy la misma. Que la persona que se fue, nunca volverá. Que se quedó allí, casi llorando, en el aeropuerto de Barcelona. 

Nunca antes había creído tanto en el destino. ¿Te acuerdas de esas largas conversaciones nocturnas, pensando cómo sería nuestro futuro? Parece que haya pasado una vida entera entre las que éramos y las que somos. Ahora, aquí estoy, escribiéndote, y quiero decirte, que quizás, sólo quizás, mi futuro ya no me parece una cosa tan lejana. Que quizás eso del futuro, una vez estás allí, ya no da tanto miedo. 

Que no hay mejor combinación que hacer aquello que te apasiona, y aprender en el proceso. Aprender. ¿Sabes qué he aprendido? Que no necesito moverme para poder viajar. Que la libertad que te da cruzar fronteras te la puede dar abrir tu mente, ser feliz y cruzarte con personas que cambian tu vida, cada día, un poquito más. O que el proceso es el mismo, ahora no lo sé.

Que todos los consejos que me dieron, los he rechazado amablemente, porque ninguno aplicaba en mi vida. Y eso es algo que no podemos olvidar: no podemos hacer más que ofrecer apoyo a aquellas personas a las que queremos, y estar ahí cuando tengan todas esas dudas que [casi] todos tenemos. Como has estado tú, siempre.

Así que gracias, pero lo siento. Siento que no vaya a volver. Sólo puedo decirte, que tenemos el resto de la vida para volver a conocernos. Una y otra vez.

Porque esto aún no ha terminado.

Ana 'Uala'












Los amores de mi vida


Pienso en él, y me sale la sonrisa estúpida. Me pongo de buen humor, y el sol brilla de forma más intensa. Toda mi ropa me queda bien, y la gente me mira por la calle. Porque soy feliz. Estoy radiante. Y lo único que he hecho es pensar en él. 

Él, que tiene los ojos marrones más bonitos del mundo... Espera, espera. ¿No los tenía verdes? Sí, juraría que eran verdes. O quizás no. ¿Y era moreno o rubio? Me suena cierto pelirrojo... Pero no, debía ser moreno, yo soy de morenos. En fin, qué más dará el color de su pelo. 

Recuerdo que me enamoré perdidamente de sus ansias de viajar. Él era el de los ojos azules, seguro. Pero era otro el que me enamoró con su forma de mirarme, su tez morena y esa conversación sobre aquello que nos apasionaba a ambos. Aquello que he olvidado, porque a medianoche, las conversaciones con chicos guapos siempre son apasionadas, sean del tema que sean. Y no era él el que me enseñó a sentirme segura de mí misma. Este tenía el pelo largo y las manos aún más largas. Y los labios más apetecibles del planeta. Le recuerdo con varias bandas sonoras. Y recuerdo unos ojos marrones, y otros azules, ojos en los que jamás veré reflejada mi mirada intensa, ojos que nunca sabrán que suspiro por ellos. Ojos que sólo verán que sonrío al verlos, pensándome inocente. No sabrán que soy feliz simplemente sabiendo que existen, porque a veces, no hace falta más. ¿Quién habla de amores correspondidos? Hablo de amores platónicos. Amores divertidos, mis amores. Miles de amores, que me entretienen y me hacen feliz. Algunos reales, algunos inventados. Amores que me hacen ser mejor persona, amores con los que sigo en contacto. Amores que me han marcado, poquito, pero lo han hecho. 

Hablo de ese chico que tenía el pelo de fuego, y una pasión que le hacía juego. Hablo de mi ese amigo, ese amigo que nunca sabrá que... por qué no, es uno de mis mayores amores. Desde dos frentes diferentes. 

Perdonadme, pero es que me divierto tanto enamorándome en el metro...

Ana 'Uala'


Bienvenida primavera


El paisaje empieza a pintarse de colores. Despunta el sol, jugando al escondite durante la semana. A veces ganas tú, a veces tardas días en encontrarlo. La gente sonríe más. Se descongelan lentamente las comisuras de los labios. Bromeas, cómplice del mundo. Algunos más que otros. 

Se me ha olvidado cómo escribir. Se me ha olvidado todo, menos conversar, pedalear, apuntar, menos dejar la mente en blanco. 

Se me ha olvidado hablar de las personas, porque estoy el día hablando con ellas. Cada día me cruzo con el porqué seguimos vivos. Me cruzo con la razón por la que el ser humano es algo maravilloso. 

Si pudiera, tomaría una birra con el chico del taller. Invitaría a un café al señor que hace broma, sudoroso, subiendo un monte en bici. Charlaría con él un rato, que me contara. Que me contara su vida entera entre sorbos de café. Me quedaría el día haciendo broma con la dependienta, para hacerle menos pesado su turno. 

¿Será una enfermedad cogerle cariño a alguien en dos minutos? ¿O será que me he acostumbrado? Hay veces que estando sola, la única conversación que he tenido es la que me ofrece el conductor del autobús nocturno. Quizás es tan fuerte la costumbre, que la he traído conmigo a casa. 

Alguna vez he pensado en qué pasaría si realmente ocurriera aquello que temen tus padres cuando te ven empaquetar la mochila. Qué pasaría si desapareciera por los motivos equivocados. Pensamientos que se tienen a veces, mire usted. ¿Quién sería la última persona con la que hablara? Aquella pareja a la que pedí indicaciones. El frutero. La recepcionista del hostel. Aquel compañero improvisado de viaje. 

¿Conocen la canción de Bésame mucho? Como si fuera esta noche la última vez... 

¿Acaso no son estas conversaciones las últimas que tienes con esas personas? Seguramente. Pues alégrate el día... y alégraselo a esa persona. 

Sonríe, de verdad. Aunque estés que no puedas más. Aunque tengas prisa. Aunque lleves hora y media esperando. 

Y desea un buen día. Es el primer paso para que tú también lo tengas. 

Amor sin límites


Amar. Amar sin complejos, sin inseguridades. Amar sin miedo a perder, porque el amor nunca es pérdida, es suma. Amor es complementar - no completar. 

Se ama por el arte de amar, no por el miedo a estar solos. Se ama por que es un sentimiento que te llena el alma, te da vida. Es un sentimiento de que implica dar, no depender. No se ama por elección, no... Pero sí con libertad. 

El amor darte seguridad, no miedo. Incertidumbre, quizás. Pero no miedo. El amor te da la seguridad de que tu corazón está sano, sabe latir, sabe sentir, sabe dar. Tu corazón tiene vida. Amor debería ser sentir pasión multiplicado por infinito, mezclado con ganas irrefrenables de abrazar, de besar. 

Si observas, si observas bien, verás que te rodena cientos de tipos de amores. Mira a tu alrededor. Habla. Fíjate en el brillo de los ojos. 

Conozco a una persona que se le nubló la vista el día que perdió a su amor, su único y verdadero amor. Se perdió el brillo de sus ojos, aunque su corazón no dejó de latir. Porque ella es entera, aunque le falte la mitad. Porque ella sabe sobrevivir. Porque ella ahora vive de lo que le queda, alimentado de recuerdo.

He visto a una chica vender su pasión por seguridad, cambiar su actitud. Ahora tiene tanto miedo a querer, que se cree sus propias mentiras. Se cree estar enamorada, cuando a mi, en la seguridad de la normalidad, me dijo como quien no quiere la cosa que no era feliz. No era feliz, pero bueno. Como nadie. Y ahoga sus penas con reuniones de amigos y alguna bebida ocasional. Llena su vida de superficialidad, para olvidar que su corazón late a un ritmo mucho menor. 

Hay un chico... un chico. Un chico que ama con la seguridad de su amor. Él no necesita que le amen de vuelta, no. Aunque le encante ser correspondido. Él ama porque sabe que es capaz, y por nada más. Ama porque no sabe cómo evitarlo... Aunque tampoco para qué querría hacerlo. 

Amar. Amar sin miedos. Amar con libertad. 

Ana 'Uala'

Abrir la mente


El mundo... El mundo es un lugar maravilloso, lleno de gente buena, gente interesante, gente mágica. Incluso aquellos que pensamos que son malos, en realidad no son más que personas que han sido educadas para sentir así, querer así, matar así. 

Se me revuelve el estómago al recordar y al ver atrocidades que hace la gente. Ves como destruyen su entorno, su vida, su alma. Lo destruyen inconscientes, convencidos de estar haciendo aquello que deben. Lo correcto. Convencidos que no existe nada más allá de esa acción. Pegan, queman, matan. Deconstruyen siglos de humanidad. (A veces, simplemente confirman siglos de humanidad. Las cosas cambian a ritmo de caracol en vacaciones... Pero cambian).

Y aunque a arda en mi interior el deseo de simplemente borrar del mapa a estas personas... ¿Cómo no compadecerles, aunque sea un poco? ¿Cómo juzgar a unas personas que no tienen la suerte, el PRIVILEGIO de haber abierto su mente? ¿Cómo no querer ayudarles, o al menos, intentarlo? 

Cuando veas una persona así... Sé firme. Sé muy firme. Es difícil perdonar, es difícil entender. Pero inténtalo. Pídele sus zapatos y camina, camina, pasea, piérdete y entiende. Entiende lo que es tener tu mente cerrada, estar enjaulado en radicalidad, no saber la felicidad de la duda, de esa chispa que ilumina tu mente cuando te das cuenta de que algo puede ser diferente a como tú lo veías.

Son personas que no saben debatir, no saben conversar, no saben ver a las personas, y sólo ven estereotipos paseando por las ciudades, catalogándolos en dos columnas: aceptables o no. 

Y cuesta, y duele, y las lágrimas de rabia son imposibles de contener. Pero hay que hacerlo. No hay otra forma de enseñar que haciendo. 


Ana 'Uala'


Sueña cosas bonitas...



.. pero déjate lo mejor para el despertar.

Ayer olí la primavera en el aire. Sol en la cara, viento rizando mi pelo. 

Ayer vi algo mágico acontecer en una habitación sin tiempo. Vi el reloj detenerse en un momento de futuro. Vi un hilo invisible escribir una historia, bailando en medio de un círculo lleno de vida. Por un segundo, fugazmente, vi algo del destino. Y reí, reí mucho. 

Ayer volví a ver lo diferentes que somos las personas. Incluso aquellas que hemos nacido en situaciones parecidas. Incluso sintiendo igual, teniendo las mismas dudas, mismas pasiones, misma risa. Misma felicidad. Lo único que se mantiene igual es el brillo en los ojos. Brillo intenso, reflejando las sonrisas que quedan por dibujarse. 

El día que pensé en este dibujo, en este título y en esta primera frase, pensaba en una chica en concreto. Pensaba en que el brillo de sus ojos verdes es de los más intensos que he visto. Pensaba en la furia de una tormenta atrapado en bondad, en responsabilidad, en el tiempo. Pensaba en la libertad y la pasión que desborda su alma. Pero todo llega, y yo os habré advertido. Y lo habré estado esperando. Esperando, ansiosa, ver esta tormenta caer sobre nosotros. Incontrolable, potente, eléctrica.

Hermosa. 

Y yo os habré advertido. A todos, menos a ella. 

Ana 'Uala'



Pienso, luego me rayo la cabeza.


Nunca le he tenido especialmente manía a enero, y sin embargo, es el segundo año consecutivo que agradezco decirle adiós. No sé qué tiene el lunes de los meses. Porque la verdad, el primer día de la semana me encanta.

Llevo días que pienso, pienso mucho. Lo cual me hace feliz, porque soy muy admiradora de la teoría de Descartes, del pensar y del existir. Aunque eso implica que me he visto inundada de mis propias teorías. Tantas que me han desbordado. Tantas, que raya lo absurdo. Tanto la cantidad como el contenido.  

Y pensando, pensando, pensaba yo en ciertas personas. Pensaba en ellos, y me bombeaban aire en los pulmones. Había olvidado lo bien que sienta una bocanada de aire fresco. Pensaba en como ese chico se lleva todas las miradas, mientras el otro saca discretamente algunas fotos. Y cómo es ese el que realmente se preocupa, el que siente, el que cuida. 

¿Sabéis qué pensaba también? Pensaba en que hay dos formas increíbles de ser inseguros. Mostrarnos demasiado... o demasiado poco. Y en lo mucho que me acerco a veces a la segunda. O a la primera. Eso no lo tengo muy claro. 

Pensaba también en un corazón pequeño brillando sobre una camisa blanca, y en la pequeña felicidad que eso produce al resto del mundo. 

Si no me equivoco, también pensaba en abrazos amplificados por la ausencia. Y en cómo el corazón está dividido, intentando encajar en un lugar que perdió hace años, en una cuna. Un lugar que perdió al nacer, precisamente por nacer. Lejos de casa. 

Y pensaba, por último (mentira, pensé muchas más cosas), pensaba en los dibujos olvidados de una vieja libreta. En un joven al que nunca conocí. Un joven que no es más que fotogramas en un vídeo, anécdotas de comidas familiares.

Esta semana -será por la luna, será por las estrellas- mi humor ha estado impecable.

Pero pensar siempre deja un sabor agridulce...

Ana 'Uala'

Almas partidas


Dejé la mitad de mi alma ahí contigo. Dejé mis sueños, mi libertad, todo mi valor. Se quedó entre los granos de arena que componen las melodías del desierto. Vi la pasión, la sentí. Me hizo arder. Y al renacer de las cenizas, una pequeña llama. Pequeña, pero eterna. No se podía apagar. Nunca más. Y la protegí con mis manos, cobarde, sin saber qué hacer. Cómo continuar, hacia donde seguir. Ahora que tenía la energía, ¿dónde apuntaba mi brújula? 

Qué brújula. Si aún no lo he encontrado.

Así que dejé esa llama allí. En medio de la nada. En medio del naranja. Protegida, camuflada. Perdida entre la intensidad. La dejé ahí para que estuviera a salvo. Esa pequeña parte de mí. 

Me fui. Más bien, volví. Pero fue cómo irse más lejos. Cómo si mi viaje hubiera acabado en hogar, y me dirigiera  a un lugar desconocido. (Me di cuenta, días después, que la desconocida era yo). Y esa pasión, por mi cobardía, por mi miedo a encontrarme, se había quedado en el lugar donde la luna te sonríe. 

Un día volveré, volveré a por ella. Me espera. Y ya no es una llama pequeña, tímida. Ya no. Porque la dejé ahí, pero se alimenta a pesar de la distancia. Con cada movimiento, con cada persona increíble. Con cada sonrisa robada. Ilumina tanto, que ya casi la puedo ver desde ahí.

Pero aun así, nunca me evitaría el paseo que supone volver al lugar en el que dejé parte de mi alma. 


Ana 'Uala'

Our happiness is too loud


Quizás tiene razón una amiga, y quizás es hora de escribir. Quizás los sentimientos eran tan grandes, que no podía compartirlos. Han sido míos, sólo míos. Los he guardado bajo llave entre las páginas de una vieja libreta. Escritos, pero en su hábitat natural. El ruido que hace el bolígrafo rasgando la hoja. Pero ya no es suficiente. Creo que no. 

Nunca he estado enamorada. Nunca de un chico, al menos. O nunca de una pareja -sería más concreto. 

Pero sabéis... He amado, amado tanto que tengo estrías en el corazón. He sonreído pensando en el cielo azul de mi tierra. Y en el mar, en el infinito mar que rodea mi segundo hogar. He amado mil miradas, de mil amores de mi vida. Porque quiero deciros, nunca he estado enamorada, pero soy la persona que tiene más amores de su vida. Y no concibo la vida sin ellos. He llorado cuando se han roto corazones, y he llorado aún más -de alegría- al ver sueños cumplidos. Los ajenos. Los de mis amores. 

Estoy enamorada de la sensación en el estómago cada vez que alcanzo las nubes y puedo distinguir, entre ellas, la silueta que más amo en el mundo. Amo con intensidad cada vez que el sol y el viento juegan en mi cara, en mi pelo, en mi boca.

Me han brillado los ojos al ver a ciertas personas. Al pensar en ellas. Al llevarlas conmigo, aunque no estén. Mis ojos no han dejado de brillar nunca, aunque, según las reglas, yo no he estado enamorada. Según las normas, yo no sentiré nunca el dolor y el placer que sienten dos medias naranjas convirtiéndose en una. Yo no sé como explicar, no sé como explicar que he estado a punto de tocar el amor con la punta de los dedos. Como dijo Lennon, yo soy naranja entera. Así he aprendido. He aprendido que el amor viene de dentro, no de fuera.

Estoy loca y perdidamente enamorada de las buenas acciones que hacen las personas. Tengo una relación -exclusiva- con la fe en las personas. Nunca (¡nunca!) jamás nos hemos traicionado. Es mi relación más estable.

Ana 'Uala'