Si no lo has oído, grita más



Suena el despertador. El sol te da los buenos días, mientras saltas de la cama y te preparas. Ducha, te pones cualquier cosa encima y con el pelo aun mojado, tiras cuatro cosas en una vieja mochila. La cámara, que no falte la cámara. Ya llevan dos perdidas, te están esperando abajo. Esperando al ascensor te das cuenta que te has olvidado la toalla. Vuelves a entrar, y aprovechas y coges la botella de agua fría. 

Deprisa, que aun tenéis que pasar a buscar a otros dos. 

Así empieza, un fin de semana entre buen rollo y cerveza fría. De la playa saltas a la montaña, a veces más a veces menos. Siempre alegría y buen cuerpo, y siempre, siempre, comida de más. Y alcohol de menos. Al final, todo se resume en risa. Risa, risa de esa contagiosa y estúpida, que te hace olvidar de las razones que la provocan y pensar más en el eco que dejan. Eco, eco, eco. Ja, ja, ja. Que en castellano nos reímos con jota. Al final son todo risas y confesiones a medianoche. 

Hay un hilo que nos une, nos ata, y hace de nuestras historias una. Hay un hilo que se enreda y se alarga, y un hilo que a veces está a punto de deshilacharse y que al final, increíblemente, se mantiene en su sitio. Hilos compuestos de muchos, hilos únicos, hilos que sólo están ahí para que no pierdas el camino. Buscando la salida tras derrotar al Minotauro. O algo incluso peor. 

Quizás, en esta ocasión, sobraba nieve y faltaba sol. No faltó el alcohol ni sobró comida. Pero como siempre, se gritó, se gritó mucho. Y si no lo oíste a la primera, se grita más. Porque otra cosa no, pero sabemos hacernos notar. El paisaje no será al que estoy acostumbrada, seguro. Pero empiezo a reconocer esos hilos, esos hilos a veces tan visibles que comienzan a escribir la historia de desconocidos. Hilos que te unen, por un rato o para siempre - y eso es lo de menos. Porque si partimos de la base que el tiempo no existe, quizás la historia de un día es más importante que toda una vida llena de historias. Y no importa qué ocurra de aquí dos años, nos riamos o no de los sucesos que ocurrieron, nos acordemos más o menos, o queramos volver. No importa, porque esos hilos, una vez se crean, ya no desaparecen nunca. Quedan marcadas. Y depende de nosotros encontrar lo que esconden al otro lado. 

Supongo que si no les oigo, no hará falta más que gritar.

Ana 'Uala'

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