Amor y otras [no] tonterías



Duermo con las persianas subidas. El sol se convierte en despertador, y soy la pesadilla de la mayoría de las personas que tienen que compartir habitación conmigo. Preguntadle a mi hermana si no.

Pinté mi habitación de amarillo, para los días que amanece nublado. He pintado un pedazo de otro continente, como una puerta mágica que me lleva a otro mundo con sólo concentrarme un poco. No os imagináis las aventuras que he vivido en las últimas semanas.

Me preguntaron una vez sí tenía pareja, y si ese era el motivo por el que escribía como escribía... y sobre lo que escribía. Que parecía enamorada cada vez que abría la boca. Pero también me dijeron que buscaba el amor en las cosas porque no lo encontraba en mí. Que era mi falta de amor lo que me hacía ver lo que veía. Creo que nada tiene que ver con el amor. Ni por desbordarlo, ni por carecerlo.

El amanecer se cuela en la rendija que hay entre mi edificio y el de delante. Cada mañana, nunca a la misma hora. Y cada día, casi de forma automática, mi cuerpo decide despertar de sus sueños (o dormirse después de vivir otra vida) y veo como mi habitación utiliza toda la paleta de naranjas existentes. Cada mañana, durante unos segundos, estoy en el paraíso. Luego me vuelvo a dormir. Mi habitación nunca se enfría porque está llena de luz.

No sé como lo hace, pero cada mañana, esté donde esté, si duermo con la persiana subida, el sol dibuja siluetas de luz y colores.

Creo que es una buena forma de despertar. Creo que es un buen motivo para salir a la calle enamorada. Y ver las cosas con una luz diferente cada día.

Ana 'Uala'


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