Los cinco sentidos


Le oí. Antes de verle, le oí.

De espaldas, mientras intentaba borrarme el cansancio de la cara -habían sido muchos horas de autobús-, les escuché hablar. Tres chicos. Uno de ellos, de espalda. Hablaban. No me acuerdo del qué, sinceramente. Algunas de esas conversaciones trascendentales que tan fácilmente se olvidan cuando estás con amigos acabados de hacer. 

Ocurre que las ganas de ducharme anulan mis ganas de hablar, así que discretamente, me senté en la mesa de al lado. Saqué mi libreta, pero mi bolígrafo quedó de cuartada en mi mano mientras... Bien, mientras escuchaba. Diré en mi defensa que ni siquiera fui discreta. Los tres se sabían escuchados, pero yo no hablé, y tampoco di pie a que me hablaran. Es el cansancio, es lo único que consigue cerrar mi boca.

Fue ahí donde le vi la cara.

Desde la distancia, intenté averiguar de dónde era cada uno. Es una afición que he ido adquiriendo a medida que me he ido moviendo. Cuanto más viajo, más difícil me parece. Sobre todo cuando conoces a gente que es canadiense, pero tiene padre japonés y madre israelí. Acertar con ciertas personas es la razón por la que se inventó la expresión encontrar una aguja en un pajar. En cualquier caso, seguí escuchando, hasta que el reloj dio las 12, y cual Cenicienta, recogí el pequeño escritorio que había desplegado inútilmente para ir a transformarme, pero más bien de deshecho a humana.

Estaba recogiendo mi mochila, intentando hacer funcionar el ordenador del hostel, y se dirigió a mi. You can use my phone if you want. 

Así de simple. Nuestra primera interacción fue un acto de amabilidad.  Y me dije: "Éste... éste y yo, vamos a ser amigos, ya verás". 

Y no me equivocaba.

Siete mil kilómetros de distancia. Está a siete mil kilómetros de distancia. Pero aun le llevo cerca, muy cerca. Le he visto enviar energía a través de flores. Dejé que me enseñara a caminar. Me escuchó, y escuchó... y me siguió escuchando. Y a cambio, él me contó mil historias. Me dejó entrar en su vida. Y estoy segura de que pidió un deseo por mi mirando las luces del norte. He visto los rizos más perfectos, y amor en un peluche. Las fotografías perfectas sin buscarlas. He visto el asombro de un niño, cada día, por cada cosa, cada detalle. El mejor compañero de viaje. Me queda un viaje pendiente para ver brillar los colores de un país. El país con la bandera más bonita del mundo. Y una copa en la mano.

Me ha enseñado que es posible estar contento. Y mejor aun, que se puede cambiar estar contento por ser feliz. La valentía de aprovechar el tiempo, especialmente cuando sabes lo que quieres. Me ha recordado qué es ser valiente. Y tener alegría en el cuerpo.


He visto un cuerpo parado mientras baila el alma. Inquieta, alegre. Curiosa.


Ana 'Uala'





2 comentarios:

  1. The most beautiful five paragraphs that I have read in many, many years.

    Your avid blog-reader,

    Gregorius :)

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    1. <3 <3 Thank you, thank youuu!!

      (Mgoni marto shen kitxulob amas.. ahhaha)

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