Es posible


Cuenta la leyenda, que una joven, una joven de belleza inhumana abrió, por curiosidad, o por obligación -¿al final, realmente importa?, una caja. Una caja que contenía todos los males de este mundo. Abrió la caja y salieron enfermedades, desgracias, miedos y monstruos. Una quedó en la caja, atrapada, sin tiempo a deslizarse entre los humanos. 

Y ahí quedó, sola, la esperanza. La esperanza, eso último que se pierde. La esperanza, el salvavidas entre el mar de males. 

Dejemos a un lado el carácter patriarcal de la mitología griega, y la similitud entre esta historia y el mito de Eva, tentada por la manzana. 

Esta historia acaba mal, muy mal. Pobre Pandora, acusada injustamente durante siglos por hacer una pequeña acción. Acusada por no ser consciente de aquello que hacía. Por ser la causa de la consecuencia. 

Pandora, sin embargo, se ofreció. Se ofreció como consuelo, portadora de esperanza. Podían acudir a ella para escuchar aquello que había quedado atrapado. Que siempre queda una brecha de luz en la oscuridad. 

La historia de una de cientos, de miles, de millones. La historia de personas que se equivocan. Errores que traen problemas, problemas que siempre tienen solución. Problemas que quizás no sean problemas, si no caminos que llevan al mismo lugar de forma diferente. 

Y es que de todo lo que me enseñaste, me quedo con una vida sin equivocaciones, una vida sin noches cualquieras. 

La historia de millones de personas, que se en vez de ahogarse, aprenden a nada, y llegan a la orilla para ser consecuentes. 

Ana 'Uala'



Radicalismos desinflados



Conversaciones que se ahogan en mares. Mares inciertos, llenos de dudas, en los que te lleva la corriente sin saber dónde, ni por cuánto tiempo. Mares, mares, porque el mar no es firme. No puedes apoyarte, no puedes asegurarte a nada. Mares. 

Pero es únicamente en el mar que aprendes a flotar, a mantener el equilibrio. A saber cuándo hay que luchar contra la corriente, para que no te arrastren las olas, y cuando hay que dejarse llevar por ella. Porque no te puedes agarrar a nada... ¿Pero quién dice que en tierra todo sea firme?

Debates filosóficos sin tiempo entre descansos de monotonía. Huir un momento de apuntes que te cuadriculan la mente y te encierran entre paredes. Sería una buena definición de mundano infierno: tantos libros que leer, tanta letra con olor a sabiduría, y yo con un libro que me hace daño en el pecho. 

Total huíamos hablando de las dudas típicas, tal y como odio que digan -e imagino que ella también odiaría-, pero llamemoslas así para reírnos un poco de nosotras mismas. Intentábamos, entre pasado y futuro, desmontar el presente. Evitando caer en el cinismo de la decepción. 

Pensaba, pensaba en la conversación mientras volvía a casa... Y surgían de nuevo preguntas. Gente que tiene tanto miedo a equivocarse que se vuelve radical, que da todo y más por una idea, por una realidad. Pero las realidades no existen, y se disuelven como el humo que deja la pólvora después de explotar. 

Los radicalismos, incluso los que podrían parecer buenos... No se sostienen, porque se crean a partir de estereotipos. Estereotipos, que aunque fascinantes, no son más que espejismos, una máscara social tras la cual se esconde la historia individual de cada persona. 

No creo saber la respuesta a todos los problemas del mundo -peco de soberbia, pero no tanto-, pero quizás, sólo quizás, la solución esté en intentar averiguar mejor esas historias individuales, y no tanto en radicalizar estereotipos. 

Quizás, sólo por eso, hayan valido la pena cuatro años leyendo los libros equivocados. 

Ana 'Uala'

Sin pasado ni futuro


Te decoras, porque hoy es una noche especial. No existen ni los errores del pasado, ni el miedo al futuro. 

Sólo calma. Bueno, y un poquito de nervios... Acontece algo importante. 

Al ser humano le encanta cerrar ciclos. Le encanta celebrar haber dado los 360º del círculo. Le encanta volver a empezar. Celebramos cumpleaños, año nuevo, graduaciones... Cómo nos encanta celebrar. 

Nos encanta -al menos por un día- ser valientes, y recibir con los brazos abiertos que cada vez somos más dueños de nuestra vida. Un par de días después, cuando no haya ocurrido un milagro en la rutina, quizás nos acobardemos un poco... Pero para eso celebramos. Para que en momentos de duda, podamos volver a sentir ese latir en el pecho que nos dice: Sigue caminando. Sigue, que nos quedan muchísimos más ciclos por cerrar. 

Hoy cerramos ciclo. Nos decoramos, nos vestimos, olvidamos viejos rencores. Hoy todos somos amigos, todos somos felices. De repente, no existe ninguna queja, porque hemos llegado hasta aquí... y lo malo se ha llevado la lluvia. 

Ahora ha salido el sol. 

Y brilla, brilla porque hoy, nos olvidamos del pasado, del futuro, de responsabilidades. Hoy hemos conseguido un objetivo, hoy somos capaces de todo. 

Simplemente, no olvidemos que en realidad, hoy es un día cualquiera. El sentimiento de hoy no debería extinguirse. Hoy, es un día cualquiera, decorado de verde esperanza.

Ana 'Uala'

Memento


Siempre me ha hecho gracia la travesura de la memoria. 

Yo no lo recuerdo así. 

Y qué cierto, cuánta verdad. Se distorsiona la historia, y aquello de lo que estabas convencida de repente resulta que fue totalmente diferente, y un recuerdo triste se transforma en anécdota. La mente juega buenas y malas pasadas, y la memoria tiene la mejor de los funciones. 

Memoria. 

Traicionera, cobarde, mentirosa. Pícara. Hace con nosotros lo que quiere. 

Cuánto dolor causa su ausencia. Distorsionada o no, estos recortes de memorias transformadas en fotografías, son el único equipaje que llevamos siempre con nosotros. Duele cuando se cae una fotografía, cuando se quema, cuando se pierde. Duele cuando dejas de tener el álbum. 

Nos agarramos con clavos de hierro a una memoria que sólo recuerda lo que quiere. 

Cuatro años. Después de cuatro años, miro atrás, y bueno. Una se asombra de sólo recordar lo bueno. Lo malo no era tan malo. La mayor perfección del ser humano es su capacidad de renacer de sus cenizas. 

Hoy iba con una grupo de caras sonrientes: emocionados, expectantes, felices. Curiosos, y llenos de deseos, frustraciones, y mucho sueños por cumplir. 

Ojalá que la memoria no me falle, y les recuerde siempre así de risueños. 


Ana 'Uala'

Dedicado


Cambiemos la teoría, para que se adapte a las pruebas que vamos encontrando por el camino. 

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He empezado a escribir con una idea en la cabeza, pero como casi todo aquello con vida, se ha transformado. Yo decidí, un día, que el amor lo era todo. Una teoría, una teoría con pruebas, muchas pruebas. Pero tenía que buscarlas. Así que me dispuse a ello. Por lo visto, buscando en cada prueba aquello que había perdido. 

Pero como en todo los buenos libros de detectives, hay también pruebas que echan abajo teorías. Están ahí, por todos lados. Esperando a mostrar la cara oculta de la verdad. Me ofuscaba negándola. A veces, ni yo misma me creía. 

Quizás sí. Quizás sí que cogía únicamente los datos que me convenían, por los motivos equivocados. 

Bueno, tendré que empezar a elaborar una teoría a partir de los hechos que van ocurriendo... Y tendré que elegir los porqués, de una forma mucho más mía... y menos del resto del mundo. 

Quizás sigo encontrando en mi camino personajes tan clichés, que decidieron romper el molde para crear su propia historia. Y de paso, ayudarme a contar las mías. 



Ana 'Uala'

Lucidez


Canciones que resuenan, atrapadas entre los huecos de las paredes, esperando. Esperando volver a deslizarse entre el compás de dos pares de pies que se buscan. Esperando volver a la vida. 

Los aros de humo dibujan círculos infinitos a contraluz, disolviéndose en pasión concentrada. Los aplausos rompen la emoción silenciosa, el recuerdo de una melodía que sonaba hace apenas unos instantes. 

La sala, en su penumbra, se transforma de repente en el fondo de un acuario. 

Sólo te llega el sonido directo del sentimiento, soluble en el agua salada. Directa al estómago, a la cabeza, a la punta de los pies. 

Risas recortadas como siluetas, siluetas familiares en lo desconocido. Tela que se arruga siguiendo el movimiento de los cuerpos, delicada, suave, en silencio. Ojos cerrados, corazón abierto. 

El esbozo de cuatro historias conectadas de forma discontinua, sentadas en sillas deshechas, sonriendo sin mirarse. Cuatro historias elegidas al azar, puestas en el momento adecuado, en el lugar adecuado. Alineación de artistas en potencia, o mejor aun, de potencias convertidas en artistas. Encontrar ese detalle que haga que cuatro -cinco- historias tenga, por una noche, un mismo hilo conductor. 

Tener la enorme de suerte -suerte, muy suerte- de poder ver, en directo, la incubación de futuras obras de arte. 

Sin fingir, sin pretender, sin esperar. Simplemente, siendo.

Ana 'Uala'