Ilusiones encontradas


Todo genio de la historia ha hecho hincapié en la importancia de fracasar, de cometer errores, para llegar al éxito. O mejor dicho, "encontrar 999 formas de no hacer una bombilla". 

Y yo quisiera preguntaros si alguna vez habéis sentido la felicidad de haber encontrado, entre tus fracasos, las llaves que abren las puertas de la felicidad. 

Nos encanta quejarnos, y no nos damos cuenta que los quejidos son como las heridas: un aviso de nuestro cuerpo, un grito del alma que nos pide una revolución interior, un cambio, un romper con aquello que nos dicen, nos mandan, nos venden. Una llamada para convertir quejidos en creación, para encontrar la cerradura para esa llave que tienes en la mano, y no sabes qué hacer con ella. 

El remedio contra el miedo es simple: dejar de tenerlo. Nos venden imágenes estereotipadas de conceptos abstractos, porque piensas que si todo está definido, es más fácil conseguirlo. 

Si no tienes una foto, no estuviste ahí. Si no tienes una familia, no has conseguido el objetivo de la vida. Si no quieres un piso, eres un desarraigado. Si no te regala rosas por San Valentín, no es amor. Si no te dice al menos una vez al día lo inseparables que sois, no es amistad. 

Hay personas que sienten tan claro (sí, digo sienten, y no saben, porque en realidad, nadie sabe nada, porque no hay nada que saber) lo que desean, lo que sueñan, y lo que quieren seguir sintiendo... que aquellos que tenían miedo, inventaron una visión palpable de la felicidad. Una obra de teatro con una misma escenografía para todos. Si te sales del escenario, has fracasado. Nadie nos enseña a improvisar, a saltar, a salirse del guión. A tirar abajo el árbol falso de detrás e ir oler las flores reales. Intentan callar a aquellos que tan fácilmente sentían la felicidad en el pecho. Porque temían su falta de temor. 

Y sólo quiero decir, que es felicidad encontrarte de nuevo con personas que sienten, que lo ven, que quieren y desean. Personas que, con dificultad -son muchos años de aprendizaje que hay que olvidar- pero lentamente, van rompiendo esquemas, y toman copas de vino entre sueños y claroscuros, con un cigarro en la boca y jazz de fondo. Sí, muy parisino todo, pero quizás la felicidad esté en creerse en París estando en un restaurante del Raval. 

Quizás cuanto más nos enseñan a ser de una forma, más nos revelamos, y no creemos en las cartas de amor en San Valentín, pero sí en postales con recortes de periódico. Tal vez amistad no sea estar hablando todo el tiempo, si no saber cuando se puede callar, y un abrazo. Un abrazo, una cerveza, y un mismo brillo en los ojos. 

Tal vez -sólo tal vez-, hay que echar abajo los estereotipos que nos han hecho creer, para dejar de tener miedo a fracasar en un mundo que prefiere una sonrisa en una fotografía, al sonido de la risa en una conversación. 

Sí, quizás, lentamente, cada uno vayamos encontrar la forma de hacer nuestra bombilla. 

Ana 'Uala'

2 comentarios:

  1. Hace varias semanas que leo tu blog, Ana. Me encanta saber que alguien sabe plasmar con palabras todo lo que en definitiva es la vida: sensaciones.
    Alegrías dadas: más de las que te puedas imaginar.



    "Tal vez -sólo tal vez-, hay que echar abajo los estereotipos que nos han hecho creer, para dejar de tener miedo a fracasar en un mundo que prefiere una sonrisa en una fotografía, al sonido de la risa en una conversación"

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