Morriña


"Three little birds... singin' don't worry 'bout a thing..." 

Días que se acomodan entre las horas remolonas de después de la siesta. Tardes largas de minutos perdidos entre ensoñaciones y la ñoña de estar despierto en las nubes. Te envuelves en la manta aunque ya no haga frío -la primavera ya te ha descongelado los pies- y te pierdes. Te pierdes, una y otra vez, en una mezcla de palabras, fotogramas y recuerdos distorsionados. Sueñas que las palabras dirigen una película que fue tu vida. No sabes quien es el autor, quien la autora ni quien eres tú. Pero te cala la nostalgia de los buenos momentos vividos. 

Y estas tardes de pereza existente, en las que tu mundo se reduce a tu taza de cualquier brebaje caliente -sí, siempre caliente-, te entra la morriña. Pero no añoras un pedazo de tierra, no. No añoras una única patria. Añoras banderas que no son las tuyas. Añoras familias improvisadas sobre polvo de paisajes desconocidos. Añoras autobuses transformados en hogar y desconocidos convertidos en amigos por horas. Tienes morriña de la vida que estás viviendo, pero que esa tarde de sosiego has puesto en pausa.

Es fascinante la perfecta combinación de alegría y tristeza provocada por la melancolía. Y aunque nos encante regodearnos en ella, y a veces, la partida la gane la tristeza... El secreto nos lo cuentan tres pajaritos: No te preocupes. Es necesario recordar para seguir adelante. Tienes que sentir desde lo más profundo, para saber que todo eso, todos esos recuerdos... eres tú. Separaciones, cambios, distancia... todo aprieta cuando recoges tu vida en un puño.

Recuerde el alma dormida, 
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida, 
cómo se viene la muerte
tan callando, 
cuán presto se va el placer, 
cómo, después de acordado, 
da dolor; 
cómo, a nuestro parecer, 
cualquier tiempo pasado fue mejor.

Y a pesar de mi fascinación por estos versos, no tenemos que creerlos por completo, ya que la tristeza es preciosa en la poesía, pero es mejor dejarla en los textos, y seguir con la alegría de estar vivos. Así que dedica tus tardes a recordar con añoranza, y luego levántate y sigue creando los suficientes recuerdos para poder volver a sentir esta morriña.

Si puedes perderte, un rato, en la felicidad de tu memoria... lo estás haciendo bien.

Ana 'Uala'



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