Pasito a pasito



Una amiga -o futura amiga. O amiga en construcción. O.. no sé. ¿Estas cosas se definen?- me pidió el otro día que me indignara. Que no podía se que todo me pareciera bien. Que ella sólo se inspiraba cuando la rabia le hacía latir el pecho. 
Bien, intenté explicarme. Creo que entendió lo que quería decir, pero voy a poner un ejemplo práctico. Pero antes...

Antes, dejadme que os diga lo que le dije a ella. La indignación... la indignación puede mover mundos. Claro que puede. De hecho, en España, en los tiempo que corren, podemos verlo. Gente movilizándose por la misma causa, gente que explota por la presión. Pero... y he aquí un gran pero. La rabia, la indignación... es momentánea. Es el aire fresco después de que alguien te esté ahogando en el agua. Es esa bocanada que sabe a gloria, que te recuerda que estás viva. Que sientes, que el pecho late, que el sol brilla, y que mientras respires, puedes con todo. Pero respirar es un acto reflejo. No pensamos al respirar. Así que sólo apreciamos este acto vital después de que nos esté faltando. 

Y creo que aquí reside la diferencia. Para mí, hay un poder mucho más grande que la rabia que moviliza el mundo. Suena cursi, suena típico y definitivamente no quiero ser la nueva Madre Teresa de Calcuta. El amor, el amor te hace latir el pecho todo el tiempo. Te enseña que, unidos, somos más y mejor. Que hay razones para seguir luchando, cada día. El amor te hace hacer, te hace sentir, te hace dar. El amor es la causa y consecuencia de la vida. Una vida sin amor, sólo se llenará de bocanadas de aire después de vivir bajo el agua. En cambio, el amor es como respirar aire fresco cada día, cada hora, cada momento. 

Bien. Sigo con el caso práctico. Ayer, me indigné, y mucho. Muchísimo. Algunos considerarán absurda la razón. Quizás fuera "esa" gota que colma el vaso. La cuestión, estaba muy, muy enfadada. Y empecé, como todo el mundo, a despotricar. Me enfadé con el universo, con el mundo, con sus ciudadanos. Mandé a freír espárragos a media ciudad. Y pensé... con lo simple que es todo, ¿por qué nos empeñamos en complicarlo?

La cuestión, me siento hoy con esa furia de palabras, y pensaba. Hoy, despotrica. Critica, di lo que las personas hacen mal,  y no sobre personas que se dedican a hacer de este mundo, el mejor de los mundos. Olvídate de todas aquellas personas que hacen que te olvides de tu cabreo. De los guerreros del amor y la luz. Olvídate de al chico que has conocido esta mañana que se dedicaba a hacer zumo de naranja para que la gente desayunara vitamina C, y piensa en el antipático que te ha empujado en el metro. Olvídate de aquellas personas que predican con la acción, y piensa en todos esos hipócritas que usan palabras políticamente correctas. Olvídate de las risas desenfadadas, y piensa en las discusiones que acaban en insultos. Olvídate de las personas buenas, y piensa en toda esa crueldad humana, en todo ese racismo, esos engaños, esa corrupción, en todo ese odio...

Y, sintiéndolo mucho, no he querido quitarle mérito a la bondad. 


Ana 'Uala'

No hay comentarios:

Publicar un comentario