Mi corazón en un cuarto


- ¿Y tú qué quieres ser de mayor?
- Yo quiero ser vigilante del acuario de noche. 
-¿Vigilante del acuario de noche! ¿Por qué?
-Pues porque por la noche es cuando hay más vida en el acuario. Los peces están más activos: salen más, los tiburones están más agresivos, las medusas brillan, hay más peces... Es mucho más interesante.

Miqel, 8 años


No conoce más que hospitales, peces y dinosaurios. Entra solo, y ya sabe lo que quiere. Necesito cola blanca y tela roja. Y ojos, de esos que se pegan. Tengo que acabar. No sé de qué habla, pero le doy lo que me ha pedido. Me pide unos rollos de papel higiénico pintados de verde, y se pone a crear. En un momento ha terminado. Ya está, señala sonriendo. Me muestra su obra de arte. Una serpiente, con ojos grandes y lengua bífida. Me ataca con ella, mientras ríe. ¿De dónde has sacado la idea? ¡Qué original! me río con él. Es que miro todos los programas de Art Attack.. me gusta mucho. 

Ocho años, y todo el universo a su imaginación. No hay nada que se le escape. Se ríe, baila, canta. Sigue con las manualidades. Nos enseña datos sobre peces y sobre dinosaurios. Pero tiene competencia: Genís, 5 añitos, y sabe de dinosaurios más que un arqueólogo. Él tiene a una amiga de visita, y a su niñera. Están ahí, haciendo manualidades, cuando el pequeño decide que prefiere el ordenador. Cosas de tecnología. Cuando salgas de aquí, haremos una fiesta. De esas tan chulas que hacemos siempre. La niñera le dice al pequeño. Él la escucha a medias: está concentrado. Pero hay otra persona que está muy atenta. Se acerca, tímido pero decidido.

¿Yo también podré venir a la fiesta cuando salga de aquí?

Se me parte el alma en dos. Tan sincero, tan simple. Sin entender que son sólo compañeros temporales, una coincidencia en una sala, en un lugar donde espero que no tengan que volver. No entiende que sus situaciones son diferentes, y no depende tanto de él, como de las circunstancias. La niñera sonríe. Claro que sí, Miqel también estará invitado. Me mira, sabiendo que ha dicho una mentira...

Pero oye. Cambiemos un poco la historia. Imaginemos un final alternativo. ¿Y si de verdad fuera a esa fiesta? Se toman la invitación en serio. Las palabras perdidas en una sala cobran importancia, y lo que ha sido una coincidencia casual, se convierte en amistad. En compañerismo. En una historia que termina en un museo, junto al esqueleto de un dinosaurio, compartiendo sabiduría. O en un acuario. O en una consulta de veterinaria, cuando uno le lleva su mascota al otro. 

Ojalá fuera así de simple cambiar las cosas. Una petición tan simple. ¿Por qué no iba a poder ir a esa fiesta? Es tan simple. 


Pero volvamos, volvamos a la historia cuyo final no sabremos. Porque es cosa de otros escribirlo. 

Yo diré que no os sintáis triste por la historia que no vamos a escribir. Se escribirán otras, mucho más adecuadas. Simplemente pensar en que hay un niño, un niño que no conoce más que el blanco, que sueña con el azul intenso del mar, teñido de colores...


Ana 'Uala'

No hay comentarios:

Publicar un comentario