Un mar de fueguitos


Como ya he dicho, y no me canso de repetir, hay personas que sólo saber que existen, hacen tu existencia más feliz. El mundo parece un lugar mejor, y el sol brilla todos los días gracias a ellas.

Obviamente, están las personas de tu alrededor, aquellas a las que quieres. Tu familia, tus amigos. Tus profesores, tu vecinos. Incluso algún que otro enemigo. 

Pero están también esas personas que están. Que quizás las veas alguna vez, quizás sólo las viste una vez. Personas pasajeras en tu vida, pero que han dejado huella. Personas cuya felicidad te alegra, porque no concibes su tristeza. 

Tengo la enorme suerte de conocer a bastantes personas así. La enorme suerte. Una suerte inmensa. Os dais cuenta. Coincidir con tanta luz, en una vida tan corta. 

"Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende."

Prestado, en parte, de una carta, y escrito por Eduardo Galeano

Personas, personas que entrar a una sala, tienes que cerrar un poquito los ojos, para que no duela. Os iré hablando, una por una, de estas personas que han iluminado el camino que voy recorriendo. 

Me encontré a dos luces -diría perdidas, pero una luz no puede perderse- en un dique muy lejos de mi casa, a otras dos iluminando un concierto de rock. Una de ellas me alumbra cada día. Cada días, sin falta. Tengo llamaradas que me acompañan en la rutina, que me la tiñen de colores y que van creciendo conmigo.  

Encontré una luz, muy brillante, en el fin del mundo. 

Son cientos las luces anónimas que me encuentro cada día, en la calle. Luces que me sonríen, que sueñan, que viven. Luces que bailan en el gris de la monotonía, y me hacen sonreír a mí. Y la gente aún se pregunta el por qué de mi sonrisa. Si tus días brillaran siempre con la luz del sol, nada torcería la curva de la felicidad... Lo que menos, la lluvia.

Tengo una luz muy tierna en clase, que ilumina, y ni siquiera es consciente de ello. He encontrado luces viajeras que se han ido corriendo, y luces que deberían brillar, pero que lentamente se han ido apagando... Encontré, muy muy lejos, dos luces más: una que ahora está algo más cerca; otra, que dejó iluminando una gran ciudad con la luz de su risa...

Al final, todos somos luz, y depende de nosotros graduar la intensidad. 

Pero hablemos, hoy, de una persona en concreto. Una persona que sabe cuál es el secreto mejor guardado, y que para averiguarlo, uno necesita únicamente una toalla. Una sonrisa con patas, a la que me gustaría conocer más, pero aún así, creo conocerla. Dejadme hacer una prueba. 

Creo -y digo creo, porque aquí dije que a veces, contaría historias... otras, las inventaría. Ahora estoy intentando acertar, espero no equivocarme- que es una persona que irradia felicidad. Tiene de arma la sonrisa, que sigue siendo la más letal de todas. Creo que es la clase de persona que si ve que alguien necesita ayuda, se lanza a ofrecerla sin pensarlo. Una persona que se indigna con la injusticia, con el deterioro de la humanidad. Pero que ni de lejos ha tirado la toalla, porque confía. Confía en las personas, en su bondad, en su solidaridad. Porque es una guerrera de luz. Es miedo y determinación, al mismo tiempo. Diría que es amante del color verde, a pesar de ser ella una Amarilla (robándole, no sé si por primera vez, pero seguro que no por última, la palabra a Albert Espinosa. Estoy segura de que no le importaría). Una viajera con alas, que no necesita cruzar fronteras para llegar lejos. Compositora de la vida, singular y única. 

Repito, todo esto habiéndo cruzado palabras mínimas. Pero hay personas que no hace falta ver más que su luz... y todo los demás sobra. 

Y que siga brillando... 


Ana 'Uala'

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