Entre idas y escapadas


Observadores constantes desde sonrisas conocidas. Pasas cada día, todos los días. Depende de dónde vengas, y hacia dónde vayas, cambia un poco su indumentaria. A veces es más formal, otras las confundirías con un peatón normal. Pero siempre están ahí, observando, atentos.

Porteros, conserjes, vigilantes... Obviamente, en su versión femenina también. Con un cigarro, una escoba, cartas en mano o una simple sonrisa. En la puerta, atentos. Casi siempre con una palabra amable, un saludo.

He tenido la suerte de siempre tener a uno de estos encantadores personajes alrededor mío. Me empezó encandilando el conserje de mi colegio. A la hora de comenzar, llevaba uniforma casi de comunión. Formal, serio... con mucho talante delante de los padres. Una vez se cerraban las puertas, se ponía su mono -siempre con el nombre de nuestro querido colegio, eso que no faltara nunca- y se volvía el manitas de la casa. Cuando tenías que buscar algo, arreglar algún desperfecto, entrar a una sala cerrada, recoger material... Sonaba en todos los pasillos el nombre del Sr. Jerónimo. Veterano de guerra, sabía como tratar hasta al más pequeño de todos... Y se le tenía un respeto que ya le habría gustado a muchos profesores.

Después crecí, y gracias a mi entorno, nunca perdí esta figura. Pero iré más lejos. Incluiré recepcionistas, secretarias, y cualquier persona que esté sentada detrás de una mesa, escoba en mano o delante de un ordenador, dándote la bienvenida a un lugar.

Son personas que animan el paisaje, que se acuerdan -a veces- de felicitarte el cumpleaños. Personas que guardan muchos de tus secretos. Cuando sales escondida de casa, cuando has traído a más gente de la necesaria... La música y el cine son temas de debate, igual que la literatura moderna. Personas que te esperan para verte salir, antes de cerrar. Personas que improvisan lo que hacer durante el día, y que se convierten en google durante algunas horas. Todo se lo preguntas ellos. Son tus recaderos, y no sólo de paquetes.

Personas que no cuesta nada ver, y sin embargo, hacen falta días y días de rutina para conversar con ellos. Simpáticos personajes, nunca estereotipados, como piensa mi querida Renée en La Elegancia del Erizo. 

Variopintos, divertidos, a veces ariscos... pero siempre atentos.


Ana 'Uala'


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